"La aventura, la gran aventura, es contemplar cómo aparece una cosa desconocida cada día delante de tus ojos".

-Henry Cartier-Bresson-

25 mar 2014

Así la hice: Montañas Rojas

La foto que hoy nos ocupa la tomé durante mi último viaje a Argentina. Se trata de un amanecer en las montañas o cerros Fitz Roy y Torre (con sus respectivas montañas secundarias) situadas al sur de la cordillera de los Andes, concretamente en El Chaltén. Quería una panorámica de ese cordón montañoso y, como casi siempre suele suceder, juzgué que el mejor momento para hacerla sería con las primeras luces del alba.

Y es que es al amanecer cuando el sol tiñe el motivo con una calidez y una suavidad que luego, con su ascenso por el cielo, se convierte en una luz mucho más fría y dura. Así pues, tocaba madrugar. Tengo una aplicación en mi smartphone que me indica los horarios solares y constaté (con cierto pavor) que en la primavera austral el sol salía sobre las 5.30 de la mañana. No había otra... si quería esa foto, tenía que levantarme a las 5!!.

Amanecer sobre el Fitz Roy y el Cerro Torre. El Chaltén (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f10 - 1/4" - ISO 100
Otro de los problemas que podía encontrarme era la climatología. Es verdad que los fotógrafos siempre estamos a merced del tiempo (y más en zonas montañosas), pero la zona de El Chaltén tiene una especial fama de caprichosa en ese sentido... Conozco casos de gente que ha estado varios días por la zona y que no ha logrado ni ver las montañas... de hecho, el nombre autóctono del Fitz Roy es cerro Chaltén, que significa montaña humeante. Muy a menudo el monte está cubierto de nubes y hasta la primera ascensión en 1952 se creía que el Fitz Roy era un volcán... Pues tocaba cruzar los dedos y esperar contar con el factor suerte.

Tenía previsto quedarme en El Chaltén cuatro días. A parte de hacer esa foto, el plan era caminar por el Parque Nacional y acercarme a la base de ambas montañas para hacer fotos más de cerca, con lo que tendría cuatro amaneceres, esto es cuatro oportunidades...

Al prímer día... casi lo consigo! Me levanté a las cinco y me dirigí hacia las afueras del pueblo en busca de una localización adecuada. Contaba con poder darme una vuelta por los alrededores la tarde anterior, ya que tenía previsto llegar al Chaltén sobre media tarde, pero una serie de retrasos y averías hicieron que no estuviera allí hasta pasadas las 11 de la noche. Así que tuve que improvisar y opté por ir al Mirador de los Cóndores, una colina desde donde creía que tendría buena visión sobre el conjunto. Una vez allí tuve la certeza de que ese no iba a ser mi día. Aunque las montañas se veían, todo el cielo a mi espalda estaba cubierto por las nubes bajas, con lo que cuando salió el sol ni lo vi. Y obviamente nada cogió esa tonalidad cálida que yo esperaba. Amaneció frío y gris. Una luz muy suave, sí, pero insulsa y que no era la que yo quería. Aunque hice algunas fotos, ninguna me valía. Bueno... quedaban tres días.

El primer día mi madrugón no tuvo recompensa...
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f20 - 1/13" - ISO 200
En el segundo intento... ni por asomo! Vamos, que las montañas ni se veían, tapadas por gruesas nubes bajas. Durante la jornada anterior, unas lindas nubecitas habían aparecido al lado del Cerro Torre y acabaron envolviéndolo completamente y tapándolo de la vista. Hoy todo el macizo estaba entre algodones. Nada, pues lo seguiremos intentando... quedaban dos días.

El segundo día, ni se veían las montañas
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f8 - 1/400" - ISO 400
Y a la tercera... fue la vencida! Me levanté a las cinco y sólo salir del albergue me dije... hoy si!. El cielo se veía despejado por detrás y las montañas habían vuelto. Sólo había un problema, y ese era el viento patagónico. Quien ha estado por esa zona sabrá como se las gasta el jodido viento... es casi un elemento inherente al lugar y, de hecho, cuando no está parece como que falta algo... Ese día soplaba de lo lindo y descubrí que mi trípode de viaje era totalmente inútil en esas circunstancias. Había que improvisar. En mis paseos por la zona había encontrado un sitio, justo al lado del río, donde había una gran piedra con la parte superior casi plana. De hecho, me había sentado allí una tarde contemplando las montañas. Me dirigí hacia allí y coloqué la cámara encima de la piedra. El paquete de tabaco y la tapa del objetivo colocadas estratégicamente entre la óptica y la piedra me sirvieron para apoyar la cámara y evitar que se moviera.
Monté el cable disparador y enfoqué a las montañas, luego pasé a enfoque manual para evitar que en algún disparo la toma se me fuera de foco.

Al 3er día si que si. Así se veía justo antes del alba.
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f2,8 - 1/50" - ISO 800
Tenía claro que quería un diafragma más bien cerradito, para que quedara todo lo más nítido posible, así que opté por un moderado aunque suficiente f10, y como el tema de la velocidad ya no era un problema (mi invento de la piedra y el paquete de tabaco funcionaba) bajé la ISO al mínimo, 100. Fuera ruido. También activé la función "reducción de ruido en exposición prolongada", por si acaso. La medición de luz en esos casos suele ser un punto importante a tener en cuenta. Opté por medirla de manera puntual y el punto escogido fue la roca del monte Fitz Roy.

Al disparar en el modo "prioridad a la apertura" (dial en la posición A en las cámaras Nikon, Av en las Canon) , yo escojo la apertura del diafragma y la cámara se encarga (partiendo de ese parámetro y teniendo en cuenta la luz y la sensibilidad del sensor) de adecuar la velocidad para que la toma tenga una exposición correcta. Me gustan bastante esos modos de disparo con prioridad y como la intensidad de la luz iría aumentando, contaba que la cámara me fuera corrigiendo la velocidad para dar en todo momento con la exposición adecuada. Y si no fuera así, siempre podría corregirla con el compensador de exposición. Total, que para esa toma resultó una velocidad de disparo de un cuarto de segundo, 1/4.

Cuando los primeros rayos de luz empezaron a acariciar la cima de las montañas empecé a disparar. Conforme pasaban los minutos cada vez había más monte iluminado, así que iba tomando fotos y de vez en cuando revisando que todo estuviera ok. Eso me permitió, además de conseguir la foto, disfrutar del amanecer con mis propios ojos. Creedme si os digo que en esa zona, a esa hora y con ese viento, hacía un frío que pelaba! Pero nada hubiera hecho que me largara de ahí mientras la luz fuera tan especial.




Un último "truquito", el balance de blancos. Al disparar en modo RAW, tampoco tiene una importancia extrema cuál de ellos escojamos, ya que se puede modificar a posteriori, aún así lo puse en "nublado" para potenciar un poco la calidez de la toma. Luego, en la edición posterior, vi que era el adecuado. Ya en casa, y recordando ese precioso amanecer, corregí un poco los niveles, recorté la imagen para eliminar parte del cielo (que no aportaba nada) así como la parte inferior sub-expuesta y le apliqué una máscara de enfoque.

Y eso es todo. Perseverancia, técnica y por fin suerte con la climatología. Ahora esa foto la tengo ampliada a un metro y enmarcada en casa, y será la pieza central de mi próxima exposición "Argentina, un país de contrastes" de la que ya os informaré en su momento. Me encanta esta foto y cada vez que la miro me acuerdo del frío, del viento, de mi trípode bailando y las magníficas experiencias que tuve en ese maravilloso rincón del mundo.


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