"La aventura, la gran aventura, es contemplar cómo aparece una cosa desconocida cada día delante de tus ojos".

-Henry Cartier-Bresson-

30 abr 2014

Honestidad Fotográfica

Alguna vez me han dicho que mis fotos son más bonitas que la realidad. Eso puede pasar. Ves una foto y te entusiasmas con el lugar, luego vas y tienes una decepción, porque no es como en la imagen. No os voy a engañar, siempre intento buscar una posición de disparo que potencie lo bueno y minimice lo malo de cada lugar. Tomarnos nuestro tiempo para encontrar un buen punto de vista puede disimular (o llegar a esconder) elementos que no me gustan en mis tomas (léase cables eléctricos, papeleras, coches aparcados o cualquier otra cosa que no quiero que salga en la foto).

Luego también tenemos algunos truquitos para disimular o esconder las cosas que nos pueden estropear la foto... enmarcar el motivo, aislarlo con un teleobjetivo, siluetear, el desenfoque selectivo o incluso recortar el encuadre a posteriori. Pero no nos engañemos, lo feo sigue estando ahí pero dependiendo desde dónde miremos no se ve. Y claro, no sale en la foto.

Entonces, ¿eso es hacer trampa? ¿Es tergiversar la realidad? Yo creo que no. A esto se le llama encuadrar o componer. Las cosas están ahí delante, pero dependiendo del punto de vista del fotógrafo se presentan de una u otra manera. Decidir qué incluimos y qué dejamos fuera de la foto. Y ordenar y distribuir de manera armónica los elementos que si aparecen en la imagen. Y eso se ha hecho así desde los principios de la fotografía.

Un ejemplo, este atardecer en Hontanas (Burgos). Subí al mirador para tener un mejor punto de vista, pero el lugar estaba lleno de hierros oxidados y plásticos. Buscar otro sitio significaba perder unos instantes preciosos, así que la solución que adopté fue un punto de vista bajo para que toda la porquería se confundiera con el suelo y siluetear los elementos que se recortaban contra el cielo.
Panasonic Lumix DMC-LX3
f8 - 1/80" - ISO 80

Pero bueno, pensarán algunos, ahora podemos eliminar lo que no nos interesa con el Photoshop, no? Si, claro, de poder se puede hacer. De hecho, no niego que yo misma he llegado a borrar cosas de alguna de mis fotos. Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Y es que, son tan maravillosas las herramientas "tampón de clonar", "parche" o las capas! Y cuidado, todas estas funciones tienen su utilidad, pero lo que pasa es que a mí no me gusta engañar a la gente. Y si lo hago, lo digo. He ahí la cuestión. El retoque fotográfico. Es lícito? Hasta dónde?

De la misma manera que cuando se fotografían animales en cautividad (mucho más fácil que hacerlo en estado salvaje) hay que decirlo, también se debería informar de cuándo una foto está retocada en exceso. Al menos yo lo hago. No sé, a lo mejor es que soy tonta. Quizá para algunos no haya diferencia entre jugar con la composición, la luz o los parámetros de disparo que hacer barrabasadas con el editor fotográfico. Pero para mí si la hay, y mucha. Es el ser fotógrafo o ser retocador, y cuidado, los hay de muuuy buenos y no es mi intención menospreciar su trabajo. Hacerlo bien no es tan fácil, y lleva muchas horas.

Dos fotos idénticas, salvo por un detalle. ¿Esperé a que el coche se marchara, o lo quité yo? Si, lo hice yo con el Photoshop.
Nikon D300 - Nikon 18-50
f13 - 1/250" - ISO 200

Creo que por encima de todo deberíamos ser sinceros, al menos con nosotros mismos. El manejar con maestría el Photoshop no nos hará mejores fotógrafos. El dominar la cámara, tener visión y esperar al momento correcto si. Por eso prefiero currarme mis fotos cuando las hago y no cuando las edito.

Es un hecho que la fotografía es totalmente subjetiva. Empezando por el punto de vista del fotógrafo y acabando por cómo la interpreta el espectador. Desde el momento que decidimos usar tal óptica o unos parámetros de disparo determinados estamos presentando nuestra visión de la realidad. Y eso es aceptado. Pero nuestra herramienta es la cámara, no el ordenador. Al menos, es lo que debería ser.

Un ejemplo, si una chica se opera los pechos, luego que no vaya diciendo por ahí que son naturales. A mi me vale madres lo que haga la gente. Con su tiempo y con su dinero puede hacer lo que le dé la gana. Y con sus fotos y su ordenador también, faltaría más. Lo que me cabrea es que me quieran dar gato por liebre. Siamés, encima. Como decía aquél... "un poquito de porfavor". Yo sólo pido un poquito de honestidad. Tampoco es pedir mucho, no?


28 abr 2014

Fotografia Fácil: La Velocidad de Obturación

Siguiendo con los parámetros para controlar la exposición, o cantidad de luz que recae el la película o sensor de la cámara, hoy vamos a hablar de la velocidad de obturación.

El obturador es un mecanismo, normalmente situado en el cuerpo de la cámara justo delante del elemento fotosensible, que regula el tiempo que la luz incidirá en este elemento, y por lo tanto en la fotografía.

Obturador vertical de láminas en el plano focal

Hablamos de velocidad de obturación para referirnos a la velocidad a la cual el obturador se abre y se cierra, más concretamente será el tiempo que el obturador se queda abierto permitiendo que la luz llegue al sensor.

Este tiempo, o velocidad de obturación, se regula en segundos o en fracciones de segundo. Normalmente la cámara nos indicará los segundos con el símbolo correspondiente (") mientras que las fracciones de segundo sólo vendrán expresadas con el número fraccionario. Es decir, para una velocidad de cuatro segundos veremos 4", para medio segundo (1/2") la cámara nos indicará solamente 2 o 1/2, y si la velocidad es la milésima parte de un segundo (1/1000") la velocidad indicada en el display será 1000 o 1/1000.

Cuanto más lenta sea la velocidad de obturación, más tiempo estará el obturador abierto, permitiendo que la luz llegue al sensor durante más tiempo y al revés, una velocidad de obturación rápida comportará que la luz sólo incida en el sensor muy poco tiempo.

Así pues, la escala de velocidades más usuales para las cámaras fotográficas es la siguiente:



DOBLE - MITAD

Igual que sucedía en las aperturas de diafragma, aquí también vemos que cada paso en la escala de velocidades es el doble de rápido que el anterior y la mitad de lento que el siguiente. Así, a cada paso que damos en el dial de velocidades, estaremos dejando entrar la luz el doble o la mitad de tiempo.

De la misma manera, muchas cámaras disponen de valores de obturación intermedios o incluso tercios, pero lo que sigue siendo importante es la comprensión de que a más tiempo, más luz y a menor tiempo, menos.

Así pues, vemos que este es otro parámetro importante que nos sirve para controlar la exposición deseada en una imagen. Si la foto nos queda demasiado oscura, tenemos la opción de dar más tiempo con una velocidad de obturación más lenta y si nos queda demasiado quemada siempre podemos seleccionar una velocidad más alta para que llegue menos luz al sensor.

Congelar el movimiento

De esta manera, aparte de ayudar a una correcta exposición, la elección de una u otra velocidad de obturación comportará distintos efectos en la imagen final. Depende del valor escogido, estaremos decidiendo cómo plasmar el movimiento de la realidad en nuestra imagen.

Una velocidad de obturación lenta nos permite plasmar el movimiento ya que estamos dando más tiempo al sensor para que registre este movimiento. En cambio, con una velocidad más rápida congelaremos la acción, obteniendo imágenes más estáticas, como si hubiésemos parado el tiempo. Este comportamiento es lógico ya que, cuanto menos tiempo permitamos que la luz llegue hasta el sensor menos cambios se producirán en la imagen.

Izquierda: 1/30". Velocidad lenta. Más tiempo de exposición. La imagen plasma el movimiento
Derecha: 1/500". Velocidad rápida. Menos tiempo de exposición. Se congela el movimiento.

Aspectos que hemos de tener en cuenta sobre la velocidad de obturación:

- Con velocidades de obturación muy lentas, se nos hará imprescindible un punto de apoyo en la cámara para evitar que la imagen salga trepidada. Puede valernos cualquiera, pero lo más recomendable es usar un trípode.

- La velocidad mínima con la que podremos tirar "a pulso" normalmente vendrá determinada por la longitud focal del objetivo que estemos usando. La velocidad mínima sería la equivalente a la distancia focal de la óptica. P.ej. con un gran angular de 28mm. la velocidad mínima para disparar a pulso sería 1/30, en cambio con un teleobjetivo de 200mm. tendríamos que disparar a velocidades superiores a 1/200 o 1/250 si no queremos que la foto salga trepidada.

- Últimamente y con la inclusión en muchas ópticas e incluso en los cuerpos de las propias cámaras de estabilizadores de imagen, estas velocidades mínimas se han reducido considerablemente, pero siempre es bueno tener en cuenta la distancia focal y nuestro pulso en el momento de disparar a velocidades bajas.


A nivel práctico...

Seleccionando una u otra velocidad de obturación, podemos crear interesantes efectos de movimiento o impactantes imágenes congeladas. Sólo es cuestión de decidir cómo queremos plasmar o interpretar la realidad.

1"- Un tiempo de exposición lento y el uso de un trípode es lo único que necesitamos para crear este efecto de agua "sedosa".

1/1000"- Para congelar el movimiento hay que escoger velocidades de obturación muy rápidas.

2" - Con una velocidad de exposición suficientemente larga podemos conseguir este interesante efecto de las luces de los coches en movimiento apareciendo como líneas de luz en la foto. No hace falta decirlo, pero el trípode aquí es imprescindible!

Así pues, vemos que aunque lumínicamente (esto es, hablando de la cantidad de luz que llega al sensor) puede que sea equivalente disparar a f4 - 1/500" que a f22 - 1/30", el resultado final en nuestra imagen será muy muy distinto. Depende de nosotros escoger los parámetros de disparo más adecuados a nuestros propósitos.

En la próxima entrega os hablaré de la sensibilidad o los valores ISO, la tercera vía para obtener la exposición deseada en nuestras fotos.

Posts relacionados:
La Apertura del Diafragma
La Exposición
La Sensibilidad ISO
Los Modos de Exposición (MASP)
El Exposímetro y el Compensador de Exposición

25 abr 2014

Viajes: Argentina (IV). El Chaltén, montañas imposibles.

Mientras sobrevolamos la Pampa a 30.000 pies, un aviso por la megafonía del avión me despierta de mi letargo. "Estimados pasajeros, rogamos que si hay algún médico a bordo, haga el favor de presentarse en la fila 11". Ostras, pues esa es mi fila! Está previsto que en poco más de una hora tomemos tierra en el aeropuerto internacional de El Calafate, y a una señora del otro lado del pasillo le ha bajado el azúcar (creo). Afortunadamente una doctora que viajaba en las filas posteriores atiende a la paciente y el caso se soluciona dándole una Coca-Cola. Por algo dicen que es la chispa de la vida!

Esta vez no ha habido retrasos y todo parece indicar que el 737 de Aerolíneas Argentinas no tendrá que realizar ninguna parada no prevista para evacuar a nadie. Bien! Vuelvo a mirar por la ventanilla. A lo lejos ya se ven los Andes y Justo antes de aterrizar, aunque demasiado lejos para mi gusto, puedo vislumbrar a los dos colosos que he venido a ver. El monte Fitz Roy y el Cerro Torre. Dos hitos del alpinismo mundial (bueno, debería decir andinismo) a los que, si el tiempo lo permite -en esta zona la meteorología es ciertamente caprichosa- presentaré mis respetos en los próximos días con sendos trekkings hacia su base. Vamos, lo que vendría a ser el senderismo de toda la vida.

Boing 737 de Aerolíneas Argentinas sobrevolando el Lago Colhue Huapi, Chubut. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f16 - 1/250" - ISO 200

Al llegar a destino, pero, me informan de que mi transfer viene con demora. He contratado un traslado desde el mismo aeropuerto hacia la localidad de El Chaltén pero según el chico del mostrador, la furgoneta se ha estropeado. Pero que no me preocupe porque otra viene de camino. Me han hablado tanto de la imprevisibilidad de la Patagonia que el contratiempo no me sorprende. ¿Pero, será hoy? le pregunto. Claro, no se apure, me contesta divertido. Al cabo de 5 horas nos hemos hecho amigos. El chaval también es un aficionado a la fotografía y, como ha visto mi cantosa mochila, acabamos echando unos cigarrillos y conversando sobre temas fotográficos. Cuando por fin aparece la furgona, me desea suerte por El Chaltén, sobretodo con la climatología. A veces pasan días sin ver las montañas...nunca se sabe.

Durante el trayecto de casi tres horas (por cierto, todo asfaltado) casi no logro ver nada. Primero porque al fin oscurece, y segundo porqué tampoco hay mucho por ver... Voy pensando en mis expectativas fotográficas para los próximos días. Me gustaría sacar buenas fotos tanto al Fitz Roy como al Cerro Torre, y también buscar un sitio desde donde llevarme a casa la cordillera a la luz del amanecer. Tres fotos en cuatro días. No debería ser tan difícil, no? 

Así pues, a la mañana siguiente y después de haber dormido sólo 5 horas -joer...que dura es la vida del fotógrafo- me levanto a las 5 y con mis bártulos y toda la ropa de abrigo de la que dispongo me doy un paseo hasta el Mirador de los Cóndores, desde donde se tiene una buena vista de las montañas. Pero no es mi día. El sol en lugar de salir, solamente se intuye, y se queda escondido detrás de una gruesa capa de nubes bajas. Habrá que volver mañana. Eso sí, veo cóndores planeando. Que magníficos animales! La cara de la recepcionista del albergue al verme entrar a las 7 de la mañana desde la calle y cargada como una mula, es de postal. Al final el día despeja, y decido acercarme hasta la Laguna Torre, una preciosa caminata de 6 horas a través de bosques de lengas por el margen norte del río Fitz Roy.

Vista del Cerro Torre desde la Laguna Torre.
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f14 - 1/250" - ISO 200

Estoy recorriendo el sector norte del Parque Nacional Los Glaciares, uno de los más bonitos que he visto nunca, y me voy encontrando con otros caminantes de muchas nacionalidades. A medio camino, me detengo a reponer fuerzas y a regalarme la vista en el denominado "mirador del Torre". Al poco llegan un grupo de jubiletas que recorren el parque con uno de los guías. Este parque nacional es curioso... en el sector donde yo me encuentro (el norte) la entrada es gratuita y puedes ir por libre por la mayoría de los senderos marcados, mientras que en el sector sur (el del Perito Moreno) hay que pagar religiosamente 130 pesos cada vez que se accede al parque y no puedes hacer casi nada si no es en una actividad organizada. Aún así, en el Chaltén son muchos los grupos (sobretodo de caminantes ocasionales) que prefieren contar con un guía que les lleve por el parque, o simplemente es que ya les viene incluido en la excursión que han contratado.

Cerro Torre (3.133m), con la secundaria Torre Egger a la derecha.
P.N. Los Glaciares, Santa Cruz. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 70-300  f4,5-5,6  DL Macro
f11 - 1/400" - ISO 200
Cuando por fin llego a la orilla de la Laguna Torre, me maravillo ante el espectáculo natural que tengo ante mis ojos. El Cerro Torre se yergue desafiante rodeado de agujas y pináculos, mientras al pie de estos cerros los glaciares van soltando seracs en el lago. 

Durante muchos años este pedazo de monte fue considerado el más difícil de escalar del mundo, y sólo con verlo entiendo el porqué... Se suba por donde se suba, verticales paredes de más de 300 metros flanquean la cumbre, recubierta siempre por una capa de nieve y hielo a la que se conoce popularmente como "el hongo". 

Aunque me muero de hambre, decido hacer primero las fotos ya que ahora el tiempo es magnífico, y aquí nunca se sabe si aguantará mucho rato. Afortunadamente la decisión es la buena. Al cabo de una hora, las nubecitas blancas que tan bien quedaban en las fotos se han multiplicado y tapan completamente la cima de la montaña. Durante dos días esconderán el Cerro Torre de la vista de todos.

Regreso al Chaltén por donde he venido, disfrutando del camino y con la convicción de que tengo tomas buenas en la tarjeta de memoria. Aunque ahora podamos visualizar las imágenes al momento en la pantalla de la cámara, nunca respiro del todo tranquila hasta que las veo en grande, en el ordenador. Es por eso que siempre vale la pena hacer algunas fotos más, por si acaso...


Al llegar al albergue, y después de regalarme una ducha que me sienta a gloria, decido explorar un poco el pueblo. Las recepcionistas del Cóndor de los Andes -así se llama el hostel donde me alojo- son muy amables y enseguida me indican las direcciones más útiles que voy a necesitar: bares donde tomar algo, restaurantes donde comer, tiendas de comestibles para avituallarme y algunos negocios de deportes de aventura, por si me apetece probar algo diferente. Realmente El Chaltén no tiene nada más. Su gran belleza está en su privilegiada situación, lejos de todo y al pie de estas increíbles montañas.

Esta localidad es el pueblo más joven del país. Se fundó en 1985 como un asentamiento permanente a causa de una disputa fronteriza con Chile. Al principio no había electricidad -de hecho aún veo (y oigo) generadores en algunos sitios-, la carretera era de ripio y sólo había un sitio para alojarse, que a la vez también hacía las funciones de restaurante, tienda de comestibles y oficina de correos. 

El Chaltén, con el macizo del Fitz Roy y el Cerro Torre, Santa Cruz. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f2,8 - 1/50" - ISO 800
Hoy en día, casi 30 años después, se ha popularizado como destino turístico para los amantes del senderismo y la montaña. No en vano recibe el sobrenombre de la capital argentina del trekking, pero todavía conserva ese aire de "última frontera". Hasta aquí llega la civilización, más allá solamente hay hielo. No sé cuanto tiempo conservará aún esta atmósfera, pero la verdad es que me encanta. Un poco como me supongo debía ser el oeste americano en la época de la colonización, o como me imagino debe ser Alaska.

El dormir poco, el madrugón y la agotadora -aunque preciosa- jornada de montaña me pasan factura, así que ceno terriblemente pronto y no son ni las diez que ya estoy en la cama. Fuera ruge el viento patagónico -uno de los pocos habitantes permanentes del lugar- y vuelvo a programar el despertador para mañana a las 5, aunque la previsión meteorológica no sea nada halagüeña. Cuando a la madrugada siguiente vuelvo a asomarme fuera veo que esta vez la han clavado. De hecho, hoy ni se ven las montañas...

Como el día está feo, gris y con un vendaval de mil demonios... opto por irme igualmente de excursión. No me he cruzado medio mundo para quedarme al lado de la chimenea... aunque sé que pensaré en ella cuando esté pasando frío por arriba. El plan de hoy es ir hasta la Hostería del Pilar (un servicio de transfer cubre esta ruta) y desde ahí ascender hacia el Glaciar Piedras Blancas para llegar al Campamento Poincenot, punto de partida para subir a la Laguna de los Tres, justo a los pies del Fitz Roy. Una japonesa de mi mismo albergue se anima a acompañarme, aunque luego descubro que la tía camina menos que un perro de porcelana, así que me toca ir delante marcando el ritmo durante todo el día.

Glaciar Piedras Blancas. P.N. Los Glaciares, Santa Cruz. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f10 - 1/500" - ISO 200
La ruta es preciosa, y lo sería más si se pudieran ver las montañas que, presumiblemente, tiene que haber detrás. El viento nos azuza durante toda la subida y al llegar a Poincenot y ver lo que me espera a partir de ahí decido que hoy no subiré hasta la Laguna de los Tres. Aunque hay gente que sí sube, yo no le veo el sentido, puesto que la niebla lo tapa todo más arriba. Entablo conversación con uno de los guías del parque y está de acuerdo conmigo. Me dice... "hace muchísimo viento y está hasta peligroso el camino hoy". ¿Y encima no podré hacer las fotos que quería? Pos pa abajo, tu. Mañana lo intentaré de nuevo.

Pasando por la Laguna Capri, donde pierdo un guante y desisto de tomar fotos a causa del terrible viento (cualquiera cambia aquí el objetivo...), voy descendiendo hasta encontrar un sitio lo suficientemente resguardado para comerme el bocadillo. Milagrosamente, también he encontrado mi guante, todo rebozado de arena. Más tarde, con el pueblo ya a la vista, haré otra parada pero esta vez para disfrutar de la vista del Valle y el Río de las Vueltas. Que lugar más increíble, pienso. Me suena que he visto este paisaje en alguna revista, ilustrando un artículo sobre la Patagonia, pero no recuerdo dónde. Hago unas fotos, pero no me gusta como quedan. Volveré al día siguiente a hacerlas de nuevo.

Valle y Río de las Vueltas. P.N. Los Glaciares, Santa Cruz. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f10 - 1/60" - ISO 100
Como hoy he regresado pronto al Chaltén, opto por ir a ver si encuentro a Pancho, el novio de una amiga que conocí en Buenos Aires, que está aquí haciendo la temporada y me dieron su teléfono por si necesitaba algo. Resulta ser un tipo la mar de simpático y matamos la tarde en una cervecería hablando de todo y de nada, del pueblo, del país y de la vida. Ya lo dicen, todos los argentinos llevan un psicólogo dentro!

Mientras ceno, otra vez a un horario muy anormal para mí, pienso en que sólo tengo una de las tres fotos que había venido a buscar. Ya sé que en la montaña el clima puede jugarte una mala pasada, pero 1 de 3 es (de momento) un resultado un poco decepcionante... Tocará intentarlo de nuevo... así que me espera otro madrugón.

Macizo del Fitz Roy y Cerro Torre al amanecer. P.N. Los Glaciares. El Chaltén, Santa Cruz. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f10 - 1/4" - ISO 100
A la mañana siguiente, si. Hoy es mi día, pienso mientras camino hacia las afueras en busca de una localización adecuada. Al final encuentro un sitio que me gusta, justo al lado del río, y como mi trípode ha demostrado que no está diseñado para aguantar el viento patagónico, opto por apoyar la cámara en una gran piedra y espero el momento mágico. Cuando por fin sale el sol, los primeros rayos acarician la cima de las montañas tiñéndolas con la calidez que buscaba. Fantástico espectáculo. Por fin!

Mientras va cambiando la luz me harto de hacer fotos, una toma tras otra, luego ya decidiré cuál me gusta más. Por no notar, no noto ni el frío. Cuando la luz ya no es tan roja, pero ya me permite tirar a pulso, meto el teleobjetivo y le hago unos primeros planos al Torre, antes de que vuelva a desaparecer envuelto en un mar de nubes. Caprichosa esta montaña...

Cerro Torre al amanecer. P.N. Los Glaciares. El Chaltén, Santa Cruz. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 70-300 f4,5-5,6 DL Macro
f6,3 - 1/4500" - ISO 400

Cuando vuelvo al albergue llevo una sonrisa de oreja a oreja. Estoy eufórica porque sé que tengo la foto que había venido a buscar. Y el día se perfila magnífico otra vez, así que desayuno copiosamente y me voy otra vez para arriba con la intención de conseguir el 3 de 3. En poco más de una hora me planto en el Mirador del Fitz Roy, un balcón natural desde donde se tiene una perspectiva magnífica de todo el macizo. Hago algunas fotos y me tomo unos minutos para contemplar el paisaje.

La visión del conjunto es, simplemente, brutal. El Fitz Roy -o Cerro Chaltén en lengua tehuelche- aparece flanqueado por las cimas secundarias de su cordón, con nombres como Saint-Exupery, Innominata, Poincenot, Val Biois, Mermoz o Guillaumet. Es raro ver el Fitz Roy sin ninguna nube, de hecho Chaltén significa "montaña humeante" y es que las nubes son tan presentes en la cima que durante muchos años se creyó que el monte Fitz Roy era un volcán.

Macizo del Fitz Roy desde el mirador.  P.N. Los Glaciares, Santa Cruz. (Argentina)
En la parte inferior derecha de la imagen se puede ver el camino que sube, casi vertical, hasta la Laguna de los Tres.
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f14 - 1/125" - ISO 100

A partir de aquí el terreno llanea hasta el Campamento Poincenot, una de las zonas de acampada que hay en el parque. Una vez ahí, es cuestión de vadear el Río Blanco -no tiene ninguna dificultad- y afrontar la durísima subida hasta la Laguna de los Tres. No es que no esté acostumbrada a patear por la montaña, vivo cerca de las Montañas de Prades y el Montsant, a unas 3 horas tengo los Pirineos y me encanta escaparme por ahí cuando tengo unos días, pero lo de esta subida... es simplemente infernal. Sin duda alguna, los 3 kilómetros más duros de mi vida, por un terreno pedregoso y escalonado que no impide que sea uno de los más transitados del parque.

Después de casi 2 horas de penoso caminar, el terreno se vuelve menos empinado y afronto las últimas rampas de la subida. Por fin tengo a la vista la Laguna de los Tres, nombre dado en recuerdo del trío de escaladores franceses que completaron la primera ascensión al coloso -René Ferlet, Guido Magnone y Lionel Terray-. En cuanto recupero el aliento, saco mi cámara y tomo algunas fotos. La laguna aparece todavía congelada en su mayor parte. El lugar destila una gran belleza, sólo un poco enturbiada por la gran cantidad de gente que ronda por aquí, pero me da igual. Ellos, al igual que yo, también se han ganado el derecho a disfrutar del lugar.

El macizo del Fitz Roy visto desde la Laguna de los Tres. P.N. Los Glaciares, Santa Cruz. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f13 - 1/100" - ISO 100

Toca bajar, y no hay otra que hacerlo por donde he venido, lo que se me presume como casi tan duro como la subida -y si no, preguntadle a mis rodillas y cuádriceps- pero durante el descenso tengo ante mí otra vista espectacular del parque. El día claro me permite ver, abajo en primer plano, las Lagunas Madre e Hija, un poquito más lejos la Laguna Capri y mucho más distante en la lejanía, el azul lechoso característico del enorme Lago Viedma.

Panorámica de algunas de las Lagunas del P.N. Los Glaciares, Santa Cruz (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f11 - 1/50" - ISO 100

Agotada, pero increíblemente feliz, llego al albergue a media tarde. Gracias a la perseverancia y -también hay que decirlo- a tener un poco de suerte con la meteorología, he conseguido todas las fotos que quería hacer, y algunas más con las que no contaba. Y lo que es mejor... mañana no hará falta levantarme a las cinco, y podré tomarme mi último día en El Chaltén con un poco más de calma.

Así pues, dedico mi última mañana a visitar El Chorrillo del Salto, una bonita cascada situada a escasos 4 km del pueblo. Un paseo, si tenemos en cuenta las pateadas que me he pegado estos últimos tres días. El salto se encuentra encajonado en un pequeño cañón y el agua proviene de los glaciares que he estado viendo estos días.

El Chorrillo del Salto. P.N. Los Glaciares, Santa Cruz. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f8 - 1/30" - ISO 100

Antes de marcharme para El Calafate -el transfer me pasa a recoger a las 3- aprovecho para comer algo en "La Senyera", un bar donde he ido cada día a tomar algo. Cuando llegué al pueblo me sorprendió ver una bandera catalana (la Senyera, de ahí el nombre) ondeando al son del terrible viento patagónico (creo que lo que me sorprendió más es que aún estuviera entera!) pero todo tiene su explicación, y es que tanto el bar como la enorme tienda de recuerdos de al lado pertenecen a unos catalanes que se establecieron aquí ya hace años.

Como es normal, el local actúa como punto de reunión improvisado de los viajeros catalanes que rondan por aquí, así pues siempre puedo encontrarme con alguien de mi tierra... y es que la tierra tira, tu. Mientras me como mi enorme hamburguesa (volví a olvidar lo grandes que son las raciones argentinas) converso con una pareja que acaba de llegar del Calafate. Me cuentan que aunque les ha gustado, eso es para "el turismo de autobús" y estaban un poco decepcionados porque había que pagar por todo... Curiosamente, la chica vive en mi misma ciudad, y meses más tarde me la volveré a encontrar en una tienda de Reus. Y es que, que pequeño es el mundo!

Bar La Senyera. El Chaltén, Santa Cruz. (Argentina)
Iphone 4
El viaje casi toca a su fin. No os perdáis la próxima (y última) entrega donde os cuento cómo me fue por El Calafate, viendo, tocando y fotografiando glaciares.


Posts relacionados:

Argentina (I). Buenos Aires y el Tigre
Argentina (II). Iguazú. Donde el Agua es Grande.
Argentina (III). Salta y Jujuy. Los Colores del Noroeste.
Argentina (V). El Calafate. Glaciares increíbles.

23 abr 2014

Curso de Fotografía en Torredembarra

Este Viernes 25 de Abril empieza otro de mis cursos de fotografía, esta vez en Torredembarra (Tarragonès).


Creo que hay bastante expectación... espero no defraudar a mis nuevos alumnos!


22 abr 2014

Así la hice: Zoco de Marrakech

Dicen que las oportunidades fotográficas perdidas, esto es aquellas fotos que no llegas a hacer, siempre las recuerdas. Aunque -afortunadamente- sí que llegué a hacer la foto que os voy a comentar hoy, aún tengo grabado el momento y las sensaciones que me acompañaron. Como si aún estuviera ahí.

Aprovechando el puente de diciembre, nos habíamos ido con unos amigos a Marrakech y después de pasar unos días geniales volvíamos hacia nuestro Riad para recoger las maletas y poner rumbo al aeropuerto para tomar el vuelo de regreso a casa. Para ir del hotel a la plaza Jemaa el Fna (o viceversa) pasábamos por el interior del abigarrado y laberíntico zoco de Marrakech. Las primeras veces nos perdíamos sin remedio por su dédalo de callejuelas aunque consultáramos el mapa en cada esquina, pero después de unos días ya teníamos memorizado el recorrido.

De hecho, cada día habíamos pasado un par de veces -como mínimo- por ese portal, justo al lado de la tienda del platero, pero nunca lo había visto con esa luz. En diciembre y en esa latitud, el sol de primera hora de la tarde ya va bastante bajo y entraba por el portal tiñéndolo todo de dorado, creando un juego de luces y sombras espectacular. Al girar y encontrarme con esa imagen, no podía creérmelo. Encima, para mi suerte, en ese instante no había gente que paseara por allí, sólo el dueño del negocio sentado fuera.

Zoco de Marrakech. (Marruecos)
Panasonic Lumix DMC-LX3
f8 - 1/50 - ISO 80
Había que actuar rápido. El zoco de Marrakech siempre está atestado de turistas y teniendo en cuenta que el puente de la Purísima es festivo en media Europa os podéis imaginar cómo estaba de gente la ciudad. Sabía que no tardaría en pasar alguien, así que me puse manos a la obra.

Como si fuera el salvaje oeste, mientras desenfundaba mi pequeña compacta ya la había encendido y puesto el dial en el modo A (prioridad al diafragma). Seleccioné una abertura cerrada -f8- y revisé el valor ISO -lo tenía en 80-. Bien, puede valer, pensé. A ver cómo sale y si no ya corrijo. Aunque parezcan valores muy cerrados para una toma con tan poca luz, desde el primer momento tuve claro que haría una medición puntual en la puerta, justo el lugar más iluminado de la escena. Pensé que de esta manera no perdería el estupendo color de la luz en el portal y su reflejo en el suelo húmedo y que los brillos del metal resaltarían más si dejaba parte de la escena sub-expuesta adrede.

La verdad, no me lo pensé mucho más. Hice una primera toma vertical que no me gustó, pero me sirvió para comprobar la luz. Le dí un poquito más de claridad subiendo medio punto el compensador de la exposición y las siguientes tomas ya las hice en horizontal, para poder hacer una composición con la puerta aproximadamente en el primer tercio de la imagen y el señor sentado en el segundo. Y poco más, porque sólo pude hacer dos o tres fotos antes de que entraran turistas por la puerta y me estropearan el plano...

Recuerdo que me sentí exultante cuando vi el resultado. Me impactó la imagen que apareció delante de mis ojos cuando doblamos esa esquina del zoco y pude llevármela a casa gracias a tener las cosas claras, la rapidez con que actúe y a la suerte de llevar la cámara en el cinturón y no en la mochila. De hecho ya íbamos de retirada, pero nunca se sabe cuándo puede surgir la foto.

Por eso es tan importante estar familiarizado con los controles de la propia cámara. El tenerlos por la mano y el saber qué opciones tiene y cómo configurarlas nos puede ser muy útil si, como en este caso, hay que disparar rápido para aprovechar la oportunidad.

18 abr 2014

Viajes: Argentina (III). Salta y Jujuy, los Colores del Noroeste.

Después de pasar unos días en Iguazú, llegar a Salta supuso un cambio radical de color y de ambiente. Del verde más frondoso a los ocres más áridos. De la humedad del agua a la sequedad del polvo. De la selva al desierto. Y todo ello solamente en un par de horas, las que tardó el avión en cubrir el trayecto una vez que pudimos despegar con una hora de retraso por motivos que no llegué a saber... en fin, esto es Argentina.

Era Viernes y me había planificado una semana entera para recorrer las provincias de Salta y Jujuy, las dos situadas en el Noroeste del país, en la frontera con Bolivia y Chile. Lo primero que tenía que hacer era recoger el coche que había alquilado por internet desde España. Siempre con la idea de ahorrar plata, me había ido a la página de una empresa salteña, Aanymo Rent a Car, y les había convencido de que me rentaran un auto sin usar la tarjeta de crédito (me era mucho más beneficioso pagar en efectivo con el peso "blue"). Pero cuando salí de la terminal y no encontré al contacto de la agencia pensé... ay ay ay... ¿a tí quien te manda alquilar un coche en una compañía que se llama "ánimo"!? Pero no. Aquí en el noroeste todo va a otro ritmo y simplemente el chico llegó con mi coche con un aceptable retraso de media hora. Nada más.

Con mi Chevrolet Classic pasando por un puente de camino al Pucará de Tilcara, Jujuy. (Argentina)
Panasonic Lumix DMC-LX3
f5 - 1/1000" - ISO 80

Después del papeleo y de comprobar que el auto llevara rueda de repuesto (curioso... toda la gente con quien había hablado me recomendó encarecidamente que comprobara este punto!) me pude poner en marcha en dirección al norte. Primero Jujuy, luego ya volvería hacia Salta. La primera parada la hice en el aeropuerto de Jujuy, donde debía recoger a mi amiga Marian, que se las había arreglado para venir a pasar el fin de semana conmigo. Lo que me pasó en ese aeropuerto creo que no tengo espacio suficiente para contarlo aqui... pero voy a intentarlo de manera esquemática...

Tormenta de arena. Aeropuerto cerrado. Nadie, repito NADIE en toda la terminal. Ni una sola pantalla donde ver si el vuelo de Marian llegaba con retraso, o si simplemente llegaba. En un lateral de la pista, un viejo avión abandonado. Ningún punto con wi-fi operativo y lo que es peor... el bar cerrado!!! Ahhhhh!!! No podía hacer otra cosa que esperar... Este aeropuerto, aunque en la entrada ponga que es "Internacional", sólo se abre cuando llegan vuelos... Y hasta una hora antes de la llegada del vuelo que venía de Buenos Aires no empezó a llegar alguien y se abrieron tanto el bar como las tres tiendas de recuerdos... Al final, con 3 horas de retraso sobre el horario previsto, llegó el 737 de Aerolíneas que traía a Marian y por fin pudimos poner rumbo hacia Purmamarca.

Vicuña en la Puna, entre la cuesta de Lipán y las Salinas Grandes, Jujuy. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 70-300 f4,5-5,6 DL Macro
f9 - 1/250" - ISO 100

El Noroeste argentino es un territorio lleno de atractivos, pero estos quedan eclipsados a nivel internacional por los grandes activos turísticos del país, las cataratas del Iguazú y los glaciares de la Patagonia. Supongo que será por eso que lo que abunda en este lugar es el turismo interior. Dedicamos el fin de semana a recorrer la Puna -el altiplano pre-andino- y empezamos por las Salinas Grandes. Para llegar ahí desde Purmamarca hay que pasar por la Cuesta de Lipán, un puerto de montaña cuyo techo se sitúa a 4.170 metros sobre el nivel del mar, casi ná para nuestro pequeño Chevy. Obviamente, bajamos y nos hicimos algunas fotos. Hasta el momento, es el punto a más altitud donde he estado.

Bajando por la otra vertiente pudimos ver lo que creíamos llamas, pero resultaron ser vicuñas. Luego nos enteramos que las llamas son domésticas y las vicuñas salvajes. Al final llegamos a las Salinas Grandes, una enorme extensión de sal que aún sigue en activo, pero por donde se puede pasear sin problema hasta las antiguas piletas de extracción, y nos hicimos unas fotos muy divertidas saltando como locas. Cerca de ahí, un polvoriento cartel rezaba "Restaurante a 12 km". Decidimos seguirlo y en un rato estábamos comiendo llama a la parrilla en una aldea llamada Santuario de Tres Pozos. Todo el pueblo era del mismo color, casas y tierra de adobe. Los niños nos miraban como si hubieran visto marcianos y nuestro coche era el único que vimos por allí, aunque me hicieron cambiarlo de sitio porque según algún apunado, podía entorpecer la salida de vehículos...

Piletas de extracción en las Salinas Grandes, Jujuy. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f18 - 1/100" - ISO 100

Ya de regreso a Purmamarca, dedicamos lo que nos quedaba de tarde a caminar por el Paseo de los Colorados, un recorrido circular de unos 3 km. con interesantes formaciones rocosas y a admirar el Cerro de los Siete Colores, la rareza geológica que da vida a este pueblo. Me estaba gustando el Noroeste, así como su particular gastronomía. Durante la semana que pasé por ahí probé platos típicos como las empanadas salteñas, los tamales, las humitas en chala, el choclo y la quinoa. Y es que viajar no sólo es ver y fotografiar... también es probar lo típico de cada sitio, verdad?

Cerro de los Siete Colores. Purmamarca, Jujuy. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f4,5 - 1/80" - ISO 100

Al día siguiente seguimos ruta por la Quebrada de Humahuaca, un gran surco natural que, como una cicatriz, recorre Jujuy de norte a sur y que desde tiempos inmemoriales ha servido de vía de comunicación entre la puna y el valle. Conduciendo por sus carreteras seguíamos encontrándonos estampas de la Argentina más étnica y rural, flanqueadas por los grandiosos paisajes en tonos marrones y ocres y por aislados caseríos o pueblecitos con más o menos encanto como Humahuaca, Uquía o Tilcara.

Fue en este último pueblo donde paramos a reponer fuerzas y nos atrevimos con nuestra primera pista de ripio, un angosto camino de cornisa que en poco más de media hora nos llevó hasta un cañón con una pequeña cascada. Curiosamente, se llamaba la Garganta del Diablo, aunque he de decir que la de Iguazú llevaba muchísima más agua. Aún así, descendimos por el fondo del desfiladero y disfrutamos de la tranquilidad del lugar. De verdad que es muy curioso esto de los nombres... al día siguente me volvería a encontrar con otra Garganta del Diablo... esta vez en la Quebrada de las Conchas, en Salta. Será que el diablo es un poco como Dios... que está en todas partes?

Los colores del Noroeste. Colinas en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f13 - 1/80" - ISO 100

Antes de dejar a Marian en el aeropuerto -lamentablemente el fin de semana tocaba a su fin- me dio un valioso consejo. "No esperes a necesitarlo para llenar el tanque de combustible, es mucho mejor que cargues nafta en cuanto te quede más o menos medio depósito. En esta parte del país nunca se sabe cuándo va a haber gasolina." Pues vale, así lo haré, y la verdad es que no iba a hacer falta que pasaran muchos días para comprender el porqué de esta precaución...

Así pues, seguí ruta en dirección sur y bordeando el embalse de Las Maderas volví a la provincia de Salta. Aún me quedaban bastantes kilómetros de carretera de cornisa, angosta y sinuosa pero al menos asfaltada, hasta llegar a La Caldera, donde tenía previsto pasar la noche. De camino me paró un control policial, muy numerosos en el país. En ese momento soy consciente de que no tengo el contrato de alquiler del auto (creo que lo perdí o que no me lo llegaron a dar, no sé...) así que me anticipo y les pregunto si voy bien para La Caldera. Claro que voy bien... lo sabré yo!, pero mi táctica de niña buena funciona y los amables policías se limitan a indicarme y a desearme buen viaje y que maneje con precaución. Tampoco creo que hubiera pasado nada, pero a veces se pueden poner un poco pesaditos con los papeles...

A la mañana siguiente vuelvo a la carretera y voy bajando en dirección sur. Paso de largo Salta (a la capital le tengo reservado el último día) y tomo la ruta 68 en dirección a Cafayate. Aún tengo por delante unas horas de conducción antes del que será el gran atractivo del día, la Quebrada de las Conchas y me voy fijando en los pequeños santuarios que voy encontrando a mi paso, dedicados al Gauchito Gil. Se cuenta que Antonio Mamerto Gil Nuñez era un gaucho que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, y que al final fue apresado y degollado debajo de un árbol. De ahí vendrá (digo yo) el color rojo sangre que adorna las pequeñas capillitas situadas casi siempre a pie de carretera.

Capilla en honor al Gauchito Gil. Carretera de La Caldera a Salta. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f8 - 1/60" - ISO 100

A primera hora de la tarde llegué a la Quebrada de las Conchas, también conocida como la Quebrada de Cafayate. Quizá menos espectacular que la de Humahuaca, pero no por eso menos interesante, está atravesada por el río de las Conchas y por la ruta nacional 68. Los grandes atractivos de esta zona son sus extrañas formaciones rocosas con nombres tan evocadores como La Garganta del Diablo (si, otra vez), el Anfiteatro, el Fraile, el Obelisco, las Ventanas, los Castillos...

No sé cuánto tardé en atravesarla, puesto que a cada poco tenía que parar a hacer fotos y a explorar los lugares que me iban marcando tanto mi guía como las propias señales de la reserva, ya que también es una área protegida. En especial, me gustaron la Garganta del Diablo y el Anfiteatro, impresionantes surcos en la roca erosionados hace miles de años por la acción del agua.

El Anfiteatro, una chimenea natural en la Quebrada de las Conchas, Salta. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f11 - 1/30" - ISO 100

Después de una tarde intensa, arribé por fin a Cafayate, una tranquila población situada en plena Ruta del Vino y la más importante del circuito turístico de los Valles Calchaquíes. Tengo dos noches contratadas en un económico albergue del pueblo y nada más llegar me sorprende ver a unos burros sueltos paseando tranquilamente por la calle. A estas alturas sé que nada debería sorprenderme... ya he visto muchos animales sueltos por ahí, pero es la primera vez que veo burros yendo a su aire por un pueblo... en fin...

El centro de la población, como es habitual, se aglutina en torno a su plaza principal, con la iglesia de estilo colonial y muchos bares y restaurantes donde parar a descansar y probar lo más típico de la zona: el estupendo vino blanco torrontés. La verdad, era una delicia esperar a que fuera la hora de cenar sin más quehacer que observar el ir y venir de la gente y aprovechar la conexión wi-fi de cualquiera de los bares para conectarme al mundo exterior y recibir noticias de casa. Además, también me diviertía pensar que en pleno noviembre yo iba en manga corta mientras que allí en casa ya se estarían pelando de frío.

Una herrumbrosa camioneta en una calle de Cafayate, Salta. (Argentina)
Panasonic Lumix DMC - LX3
f4,5 - 1/800" - ISO 80

Al día siguiente llegó mi primer contratiempo -meteorológico, eso si- del viaje. Tenía pensado llegarme hasta Tafí del Valle, pero la lluvia, la niebla y el frío se dieron cita en el paso del Infiernillo (pues hizo honor a su nombre), y en lugar de lo previsto me dí la vuelta y visité las ruinas de Quilmes, uno de los yacimientos arqueológicos pre-colombinos mejor conservados de Argentina, y que además, da nombre a la cerveza más conocida del pais! No me preocupé en exceso, llevaba ya algunos días por la zona y casi dos semanas en el país, así que quizá ya tocaba un día malo. Ah, también aproveché para llenar el tanque de combustible, aunque para hacerlo tuve que ir hasta Amaicha, a 60 km de Cafayate, ya que en la gasolinera del pueblo llevaban días sin nafta. Bien por tu consejo, Marian! Y bien por mí, por seguirlo, que carajo.

Y es que para lo que me esperaba, quería partir con el depósito lleno. Tenía muchas ganas de subir hasta la pequeña pero adorable población de Cachi, y para eso no había otra que conducir unos 150 km por la polvorienta Ruta 40, la carretera Panamericana que recorre todo el continente de norte a sur. Aunque en muchos tramos ya está asfaltada, todo lo que me quedaba por delante era puro ripio. Descubrí que hay muchos tipos de ripio: El ripio duro, el pedregoso, el arenoso, el bacheado y el más bacheado... incluso el ripio fangoso, restos de las lluvias del día anterior en alguna parte un poco más sombría. Mientras iba ganándole kilómetros a la carretera mi coche iba cambiando de color (de gris metalizado a marrón polvoriento) y yo iba adoptando los hábitos de conducción argentinos, esto es, sin luces y sin cinturón (ambos son obligatorios en todo el país, aunque por aquí casi nadie los cumple).

Quebrada de las Flechas. Ruta Nacional 40 entre Cafayate y Cachi, Salta. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 24-70 f2,8 DG HSM
f10 - 1/125" - ISO 100

Aunque llegué a odiar y a maldecir a los pequeños pero constantes baches de la pista, he de decir que disfruté como una enana manejando por la Ruta 40 y admirando los paisajes, áridos pero estremecedores, que me iba encontrando a mi paso. La distancia a recorrer no era mucha pero la velocidad tampoco lo era, así que al mediodía paré en el pequeño pueblo de Molinos para descansar, estirar las piernas y comer algo. Una bonita iglesia y un coqueto museo en la casa natal de Indalecio Gómez -fue ministro del interior en 1912- son los únicos reclamos de la población, aparte del polvo y la soledad. He de decir que es una delícia que aún queden lugares tan auténticos y tan alejados del turismo de masas!

Después de comer algo en "Los 3 Chinos", un indescriptible local con los manteles de hule y con más moscas dentro que fuera, seguí ruta hacia Cachi a donde llegué bien entrada la tarde con las cuatro ruedas de mi Classic increíblemente intactas! Y al llegar aquí he de hacer un inciso para recomendaros que, si alguna vez visitáis Cachi, os alojéis en la Hostería Villa Cardón. Una antigua casa del siglo XVII totalmente reformada con gusto, limpia a rabiar, tranquila y con unos propietarios amabilísimos que se desvivieron por hacer mi estancia de lo más agradable. Fue, sin duda, el mejor alojamiento de toda la semana!

Trabajadores del campo volviendo a Cachi después de su jornada laboral. Cachi, Salta. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 70-300 f4,5-5,6 DL Macro
f6,3 - 1/200" - ISO 400

Cachi es una pequeña población de unos 2.000 habitantes situada a los pies del Nevado del Cachi, de 6380 metros. Si tuviera que definirla con una sola palabra, sería "agradable". Si pudiera usar más, diría tranquila, relajada, rural, auténtica, blanca. Ubicada lejos de todo, o como dicen los argentinos "en la loma del orto", goza de un clima ideal durante buena parte del año, lo que hace prosperar los campos de cultivo (sobretodo pimientos, viñedos, legumbres y maíz) situados más al interior, en lo que ellos llaman Cachi adentro.

Lo reconozco, soy más de campo que las amapolas, siempre prefiero una tranquila aldea que una gran ciudad, quizá por eso me sentí tan a gusto en Cachi. Apunto el lugar para volver en otra ocasión, quizá a finales de algún verano para poder ver (y fotografiar) los pimientos secándose al sol, pero la próxima vez me quedaré más días.

El Cementerio entre las Nubes. Cachi, Salta. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 70-300 f4,5-5,6 DL Macro
f8 - 1/250" - ISO 400

La semana estaba transcurriendo muy rápido, pero antes de llegar a Salta aún me quedaba otro día de conducción por los Valles Calchaquíes, en el cual iba a atravesar el Parque Nacional Los Cardones y bajar por la Cuesta del Obispo. Afortunadamente (o no, según se mire) la mayor parte de la ruta de ese día iba a ser asfaltada.

El Parque Nacional Los Cardones es uno de los más jóvenes de Argentina. Creado en 1996, acoge en sus más de 64.000 Ha. a varias especies vegetales, la más característica de las cuales es el cactus Cardón -parecida a los Saguaro que ví ya hace unos años en Arizona- y los protege de la tala indiscriminada para convertirlos en muebles o artesanía. El parque, situado a una altitud media de 3.000 metros no cuenta con casi ninguna infraestructura para los visitantes -así que toca llevar agua y comida- pero esto hace que se pueda visitar sin pagar entrada y en completa soledad. Lo que fuera una parte del antiguo Camino del Inca (hoy en día la Ruta Provincial 33) atraviesa la reserva y durante 19 km lo hace en una recta perfecta, llamada la Recta del Tin-Tin.

El P.N. Los Cardones protege a miles de cactus de esta especie, al pie del Cerro Negro.
P.N. Los Cardones, Salta. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 70-300 f4,5-5,6 DL Macro
f9 - 1/200" - ISO 200

Tocaba ir bajando hacia Salta, y no había otra manera de hacerlo que descender por la Cuesta del Obispo, un empinado puerto de montaña (en su punto más alto llega a los 3.348 metros) medio asfaltado y medio de ripio y con 20 km de curvas y grandiosas vistas. Pero antes de abandonar definitivamente los Valles Calchaquíes quería desviarme para satisfacer mi curiosidad, ya que un nombre en el mapa había llamado mi atención: El Valle Encantado.

Así pues me interné por una abrupta pista de ripio -a esas alturas, mi coche ya podía con todo- y descendí hasta encontrarme con unas interesantes formaciones rocosas, algunas lagunas de alta montaña y una cuña de yungas. El Valle Encantado forma un ecosistema propio rodeado de la aridez más extrema de la puna salteña. De regreso, sorprendí a una pareja de Cauquenes en pleno cortejo nupcial, y es que la primavera cada vez estaba más avanzada en la región y ya se sabe, la primavera la sangre altera.

Cauquén Guayata (Oca de los Andes) macho llamando la atención de la hembra.
Valle Encantado, P.N. Los Cardones, Salta. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 70-300 f4,5-5,6 DL Macro
f6,3 - 1/500" - ISO 200

Llegué a Salta sobre media tarde. Después de la tranquilidad -y en algunos lugares, soledad- de los Valles Calchaquíes, la capital de la provincia me pareció demasiado llena de gente. Demasiados coches. Demasiado ruido. Esa noche había dormido viendo las estrellas (mi habitación en la hostería de Cachi tenía una claraboya justo encima de la cama) y ahora estaba en medio de una atestada calle peatonal de camino a la Plaza 9 de Julio, lo que a decir verdad me incomodaba bastante.

Quizá por eso, y también porque me lo habían recomendado, después de dar una vuelta por la Catedral y por la iglesia de San Francisco me decidí a visitar el MAAM, el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta, donde se exponen de manera magnífica las momias y los ajuares funerarios de tres niños incas hallados en Marzo de 1999 en la nevada cumbre del volcán Llullaillaco, a 6.739 metros sobre el nivel del mar. El Niño, la Doncella y la Niña del Rayo se exponen alternativamente (nunca los tres a la vez) en una sala debidamente acondicionada y con todo el respeto posible. Con carteles explicativos y varios audiovisuales se explica la ceremonia que supuso un gran honor para ellos, pero que ha llegado a nuestros días como una desgarradora historia que, creedme, me puso el vello de punta.

Catedral neoclásica de Salta. (Argentina)
Panasonic Lumix DMC-LX3
f4 - 1/800 - ISO 80

Ya de regreso al sol de la plaza, me tomo un café con leche en una terracita mientras me repongo del frío que llevo en el cuerpo y pienso en las malogradas historias de los tres niños incas. También aprovecho para hacer balance de mi semana por el Noroeste. En una palabra, y como dicen aquí, "bárbara!" ¡Qué paisajes y que riquezas escondidas tiene este país! Cuanto más veo, más ganas tengo de ver. Es bien cierto que viajar tiene eso, es como beber pero no quedar saciada. Como un virus que, en cuanto te pica, ya no tiene cura.

Mañana regreso a Buenos Aires. Es sólo una parada "técnica" en mi camino hacia la Patagonia, una escala que aprovecharé para estar un par de días con Marian e intentar explicarle mis impresiones y aventuras en el Noroeste, hacer una colada y cambiar en la maleta la ropa de verano por la de frío. El sur me espera. Y ya tengo ganas de estar allí.




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Argentina (IV). El Chaltén, montañas imposibles.
Argentina (V). El Calafate. Glaciares increíbles.

17 abr 2014

Fotografía Fácil: Apertura de Diafragma

En anteriores entradas os había explicado que para controlar la exposición de una imagen disponíamos de tres mecanismos básicos: apertura, velocidad y sensibilidad. Hoy nos centramos en el primer parámetro, la apertura del diafragma.

El diafragma lo encontramos en el objetivo de la cámara, y es un sistema de láminas de metal que se abren y se cierran. El espacio que se forma en el centro se conoce como apertura y su tamaño lo medimos con una numeración propia: los números f.

La apertura del diafragma determina el caudal o intensidad de luz que llega al sensor.

Unas finas láminas de metal forman un espacio en el centro,
llamado apertura del diafragma.
El mayor o menor tamaño de este espacio determinará qué cantidad de luz entrará hacia el sensor. Lógicamente, a mayor apertura más luz, y a menor apertura menos luz. Cada tamaño o apertura de diafragma lleva asociado un número f  y las aperturas más usuales que podemos encontrar en una cámara réflex se rigen por esta escala:


correspondiendo los números más bajos (f1,4 - f2 - f2,8...) a una mayor apertura -esto es, más caudal de luz- y los números más altos (f8 - f11 - f22) a una menor apertura -más cerrado, menos caudal de luz-.

Vale, estoy de acuerdo que todo esto puede parecer complicado, sobre todo al principio, pero mirado de esta manera creo que queda mucho más claro:


En todas las cámaras DLSR (réflex), bridge y muchas compactas, podemos ver estos números en la información del visor o en la pantalla LCD cuando tomamos una foto. Pues este parámetro nos informa qué tamaño o apertura tendrá el diafragma de nuestra cámara en el momento de tomar la fotografía.

DOBLE - MITAD

Cada diafragma o paso es el doble de grande que el siguiente y la mitad que el anterior. Es decir, que por cada paso o diafragma entero que cerremos llegará al sensor la mitad de luz, y por cada diafragma entero que abramos dejaremos pasar hasta el sensor el doble de luz.

Luego, y depende de la cámara, también tendremos pasos o diafragmas intermedios, incluso tercios de diafragma, pero el concepto importante que debemos retener es que a mayor apertura, más caudal de luz y a menor apertura, el haz de luz será menor

Hasta aquí todo bien, incluso más o menos fácil de entender... más abierto significa más luz, y más cerrado menos. Vale, pero y esto para qué sirve, a nivel práctico? Pues bien, lo que nos interesa de las distintas aperturas o tamaños de diafragma es que a través de este parámetro controlamos la cantidad de luz que llega al sensor, esto es, que la exposición sea la adecuada. Así pues, si una fotografía nos queda demasiado oscura podemos optar por abrir un poco más el diafragma para dejar entrar más luz, y al revés, si una toma nos queda demasiado quemada, cerrando el diafragma obtendremos una menor exposición.

La Profundidad de Campo

Pero, y como decía Buggs Bunny... no se vayan todavía, aún hay más! Mediante la apertura del diafragma influiremos (a parte de en la mayor o menor exposición de la imagen) en un efecto fotográfico denominado Profundidad de Campo, es decir, cuán nítida será la imagen por delante y por detrás del punto de enfoque.

Las aperturas de diafragma más grandes (recordad, menor número f) por ejemplo f1,4, f2 o f2,8 nos darán menos profundidad de campo. La imagen sólo será nítida en el punto de enfoque, y poco más.

En cambio, al disparar con aperturas de diafragma más pequeñas (un número f más elevado) por ejemplo f11, f22, ganaremos más profundidad de campo. La imagen presentará más nitidez tanto por delante como por detrás del punto donde hemos enfocado.

Izquierda: f2,8 Apertura grande. Poca profundidad de campo. Menos nitidez
Derecha: f22. Apertura pequeña. Mucha profundidad de campo. Más nitidez
En la doble imagen anterior, si nos fijamos en la primera maceta veremos que hay buena nitidez en ambas fotos, pero a medida que nos vamos fijando en las otras, podemos ver que disparando a f2,8 las siguientes macetas van perdiendo nitidez, mientras que disparando con un diafragma muy cerrado como f22 siguen viéndose nítidas. De esto se trata la profundidad de campo.

Esto es así, en teoría y también en la práctica, pero también hay otros factores que nos influirán para conseguir mayor o menor profundidad de campo, como el objetivo que usemos o la distancia entre primer plano y fondo.

- Un objetivo gran angular, por construcción y características, siempre nos dará mayor nitidez o profundidad de campo en todos los planos que no un teleobjetivo. Por lo tanto, al disparar con distancias focales más angulares obtendremos fotografías más nítidas aunque usemos grandes aperturas.

- Luego, cuanto mayor sea la distancia entre primer plano y fondo, menos profundidad de campo obtendremos, es decir, a mayor distancia entre planos, menos nitidez obtendremos.


A nivel práctico...

Conociendo los distintos efectos que provoca una mayor o menor apertura de diafragma, podemos usar ésta de manera inteligente en el momento de fotografiar, siempre dependiendo del tipo de imagen que queramos conseguir.

f11 - Con una apertura de diafragma bastante cerrada y un objetivo gran angular conseguiremos una gran nitidez, tanto en primer plano como en el fondo, como en esta imagen del Macizo de la Maladeta.

f5,6 - La apertura del diafragma bastante abierta, la gran distancia que había entre esta ardilla y el fondo y el uso de un teleobjetivo hizo posible obtener este desenfoque selectivo tan exagerado.

f2,8 - Aunque no había mucha distancia entre primer plano y fondo, con una apertura de diafragma muy grande se puede conseguir ir desenfocando gradualmente la imagen conforme nos alejamos del punto de foco.

Un último consejo en cuanto a la apertura de diafragma. Dicen que los objetivos rinden mejor a nivel óptico cuando no trabajan ni con la mayor ni con la menor apertura disponibles. Por ejemplo, a nivel práctico, casi no habrá diferencia en disparar a f16 o a f22, y puede que la calidad de imagen general sea mejor si no apuramos hasta los topes. Y al igual en el otro extremo. Yo, la verdad, no sé que pensar... pero tiene su lógica... será cuestión de probar y comparar resultados...

En la próxima entrega de Fotografía Fácil os hablaré de la velocidad de obturación. Más técnica para nuestra cabeza y más efectos para nuestras fotos. No os lo perdáis!


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