Fue en septiembre de 2008, para mí era la primera vez que cruzaba el charco y el destino era Nueva York. En cuanto decidimos que pasaríamos diez días en la gran manzana, me dije que -entre otras- quería volver con una foto aérea de Manhattan. Así que me puse a investigar cómo y con quién podría sobrevolar Nueva York, y también qué me costaría. No fue muy difícil dar con una empresa de helicópteros que realizara tours aéreos, y el precio (aunque un poco caro) no era descabellado.
Punta sur de la isla de Manhattan. New York, USA. Nikon D300 - Nikkor 18-55 f3,5-4,5 f4,8 - 1/250" - ISO 200 |
Una vez allí, escogimos el día que nos pareció más nítido (en otras palabras... el menos malo) y nos plantamos en el helipuerto de la calle 30 bien decididas a disfrutar de la experiencia de ver New York a vista de pájaro. Nos informaron que desde los atentados del 11-S ya no les estaba permitido sobrevolar la ciudad, pero que realizaban los tours por encima del río Hudson, con lo que veríamos New York y New Jersey. Bueno, eso ya me valía.
Después de firmar un documento eximiéndoles de cualquier responsabilidad y de facilitarles un teléfono para avisar a alguien en caso de accidente (joer...si ya empezamos así...) pasamos a la sala de pesaje -en los helicópteros es muy importante distribuir bien el peso- y en unos minutos estuvimos listas para embarcar.
Mientras esperábamos me dediqué a pensar cómo configurar la cámara. El vuelo duraría unos 10-15 minutos pero sólo dispondría de unos momentos para fotografiar la parte sur de la isla, así que opté por lo práctico. Como nos estaríamos moviendo, seleccioné el modo S y fijé una velocidad alta para evitar la trepidación (1/250"). Dejé la ISO a 200 y la apertura me la escogería la cámara en cada momento dependiendo de la luz, asegurando una buena exposición. Después de dudarlo un rato, al final me decanté por la medición de luz ponderada al centro y sólo luego, después de una revisión rápida de las primeras tomas, subí el compensador de exposición un tercio de paso para dar un poco más de claridad a los edificios.
Tuve la gran suerte de que me tocara delante, con lo que la perspectiva que tenía era magnífica. Al final disfruté enormemente de ese vuelo y de las muchas fotos que hice me quedo con ésta, la que tenía pensada desde el inicio. En ella se ve una buena panorámica de la parte sur de la isla, con el río Hudson a la izquierda y el East River al otro lado. Entre la multitud de rascacielos destaca el famoso Empire State (por aquel entonces, el edificio más alto de la ciudad) aunque también se pueden ver el Chrysler Building, el MetLife, la torre de las Naciones Unidas, y más en primer plano todos los edificios del distrito financiero, así como la terminal de ferries, Castle Clinton, lo que quedaba del World Trade Center -por entonces en obras- y el primer pilar del Puente de Brooklyn.
Poco después de volver de New York, me hice una ampliación a gran tamaño de esta foto y la tengo colgada en mi habitación. Para mí fue, sin ninguna duda, la mejor experiencia del viaje!
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