"La aventura, la gran aventura, es contemplar cómo aparece una cosa desconocida cada día delante de tus ojos".

-Henry Cartier-Bresson-

14 oct 2014

Fotografía Fácil: Temperatura de Color y Balance de Blancos

Seguro que hasta los menos avezados os habréis dado cuenta de una cosa... no es lo mismo fotografiar en un día nublado que en uno soleado o incluso durante un atardecer. Pues es verdad, no es lo mismo, y es que los colores de una escena se verán afectados por el tono de la luz que tengamos en el momento de tomar la foto, en especial los blancos o colores más claros.

Por ejemplo, la nieve (que todos sabemos que es blanca) puede verse amarillenta, rosada o incluso rojiza durante una puesta de sol, mientras que al alba o bajo una iluminación artificial su tono tenderá a ser frío y azulado. Para nuestro cerebro, esto no tiene la mínima importancia, porque sabemos que la nieve es blanca, pero una cámara digital no lo sabe, sólo se limita a medir la luz reflejada por los objetos.

Entonces... ¿cómo le decimos a la cámara que la nieve sigue siendo blanca? Para esto, debemos entender primero el concepto de TEMPERATURA DE COLOR.

La Temperatura de Color es el método que utilizamos para cuantificar el tono o color de la luz y se expresa en grados Kelvin (K). Por ejemplo, las temperaturas de color de diferentes tipos de iluminación son las siguientes:

- 1.700K - Luz de una cerilla
- 1.850K - Luz de una vela
- 2.800K - Luz incandescente de tungsteno (bombilla convencional)
- 5.500K - Luz de día. (Luz del sol al mediodía)
- 6.420K - Lámpara de Xenón (las azuladas de los coches de alta gama)
- 9.300K - Pantalla de televisión
- 28.000 a 30.000K - Relámpago

Representación gráfica del concepto de la Temperatura de Color. 
Como vemos, las temperaturas de color más bajas corresponden a tonos más cálidos o rojizos mientras que las más altas a tonalidades más frías o azuladas.

Antes, con las cámaras de carrete de toda la vida, la película venía calibrada para la luz de día (5.500K), esto es, para que reprodujera fielmente los colores bajo esa temperatura de color. Naturalmente, en las cámaras de gama más alta existía la posibilidad de cambiar esa calibración, pero debíamos escogerla al inicio de cada carrete y mantener el valor elegido durante todo el rollo. Por eso cuando disparábamos en interiores (y sin flash) nos daba esas tonalidades más anaranjadas.

Hoy en día, con las cámaras digitales, podemos variar y escoger para cada foto la temperatura de color que más nos convenga. Así pues, en todo momento podremos afinar en lo que a fidelidad de reproducción de colores se refiere. Cómo? Mediante la herramienta BALANCE DE BLANCOS.


Para empezar, esta función suele venir indicada por las letras WB (siglas de White Balance). Casi seguro que vuestra cámara tiene un botón con esas letras, o en su defecto, una función en el menú que nos permita cambiar la temperatura de color.

Pues bien, a través de la función Balance de Blancos le diremos a la cámara cuál será el blanco para cada temperatura de color y a partir de allí ella calculará automáticamente el resto de los colores de la escena.


Lo más usual es que una vez hayamos accedido a esta función, podamos elegir entre diferentes balances de blancos ya configurados para según qué situaciones. Esto nos facilita mucho el trabajo, ya que no nos hará falta recordar las temperaturas de color concretas de cada fuente lumínica.
Los más usuales son los siguientes:

Modos pre-configurados de balance de blancos, con sus símbolos respectivos 

La verdad es que esta función suele funcionar bastante bien en automático (AWB), pero para tener un mayor control sobre la escena, o para una fotografía más creativa podemos probar los distintos modos que nos ofrece la cámara. Si realizamos el ejercicio de tomar una misma fotografía cambiando el balance de blancos, veremos que los resultados en cuanto a tono y colores son muy distintos.

Una misma imagen tomada con diferentes configuraciones de Balance de Blancos.

Como podemos ver en este montaje, aunque las diferencias de tonalidad son sutiles en algunos casos, en otros son muy notorias, totalmente irreales. Por ejemplo, de tirar en automático (arriba izquierda) a hacerlo con el balance de blancos en posición "luz solar directa" (medio izquierda) la imagen gana un poquito en calidez. Ya si disparamos en "nublado" (abajo izquierda) o en "sombra" (arriba derecha) esta sensación de calidez aumenta bastante, casi demasiado por lo que recuerdo de como estaba la escena. Las otras dos, ya son experimentos raros que nada tienen que ver con los colores reales de la escena, pero que le dan un aire muy "pop" a la toma. Nunca se sabe cuando esto nos va a servir de algo...

El tema es que teniendo claro qué condiciones de luz tenemos en cada momento, podremos aplicar la corrección de blancos correspondiente para intentar reproducir fielmente los colores reales, o si se nos antoja (que para eso la fotografía es la libre interpretación que uno mismo hace de la realidad) valernos de esta herramienta para cambiar sutilmente o de manera más radical los colores finales de una imagen.

En este caso, al final me decidí por esta configuración, luz de sol directa, que es la que creo que reproduce con más fidelidad los colores existentes en ese momento.

Un par de cosas más antes de terminar... 

A parte de estas configuraciones ya preestablecidas, en muchas cámaras también nos será posible definir con exactitud la temperatura de color escogiendo el valor exacto en grados Kelvin que queramos.

Por ejemplo, en mi cámara, manteniendo pulsado el botón WB y girando el dial van pasando todas las configuraciones hasta que al final aparece el símbolo "K" y un valor numérico. Son los grados Kelvin, y con el otro dial es posible ajustarlos al valor que tengamos en mente.


Y luego, también debéis saber que la elección de uno u otro balance de blancos es una de las cosas que podremos hacer a posteriori, con tranquilidad en casa y sin degradar la imagen, siempre que disparemos en formato RAW.  ¿A qué ya os empieza a gustar más este formato de archivo?

Eso sí, no tiene ningún sentido ser tan escrupulosos en lo que al balance de blancos se refiere si no estamos seguros de que la pantalla de nuestro ordenador reproduce fielmente los colores. La mejor opción es calibrarla regularmente, o en su defecto hacer pruebas de impresión si queremos hacer una ampliación grande y costosa.

Y poco más. Es posible que esta función no os interese mucho, quizá no la vayáis a utilizar muy a menudo, o a lo mejor ya os está bien disparar con el balance de blancos en automático, pero bueno, esto es como todo... mi coche también tiene faros antiniebla y casi nunca los uso. Pero al menos sé para que sirven, como se conectan y cuándo debo usarlos (y quitarlos!).


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