"La aventura, la gran aventura, es contemplar cómo aparece una cosa desconocida cada día delante de tus ojos".

-Henry Cartier-Bresson-

17 sept 2014

Fotografía Fácil: El RAW

Realmente, hoy quería hablaros de una función de la cámara llamada Balance de Blancos (WB - White Balance en inglés), pero me he dado cuenta que quizá antes debería deciros un par de cosas sobre los formatos o tipos de archivos fotográficos, esto es, el RAW y el JPG.

Y es que son los archivos RAW los que nos harán sacar el máximo partido de funciones como el anteriormente citado balance de blancos, las correcciones de color, el D-Lighting, corregir aberraciones cromáticas u otras... Así que hoy el post va a ser un poco "tostón", mucha letra y poca foto, pero creo que es necesario introducir este concepto antes de seguir descubriendo más funciones de las cámaras.


El Negativo Digital: RAW

Cuando con nuestras cámaras digitales tomamos una foto, es mucha la información que llega al sensor y es transformada en ceros y unos antes de ser guardada en la tarjeta de memoria. Y esto, la cámara lo hace en dos pasos: Captar la imagen y procesarla antes de guardarla.

Pues bien, y de manera sencilla, la imagen o datos captados por la cámara "en bruto", es decir, tal cual, constituyen el llamado Negativo Digital, en otras palabras el archivo en formato RAW. Posteriormente, este primer archivo (con todos los datos aún sin modificar) se verá sometido a un proceso donde se le aplicarán los filtros y las correcciones que el usuario ha definido o predeterminado en la misma cámara. Me estoy refiriendo a ligeras correcciones de brillo, contraste, saturación de colores, enfoque, rango dinámico, tamaño de imagen etc... Son las opciones que la mayoría de cámaras digitales de gama media y alta dan al usuario para el procesado de imágenes en el mismo aparato fotográfico.

La imagen resultante: JPG

Quizá cuando "manoseamos" la cámara recién comprada y fijamos todos estos parámetros no somos del todo conscientes de que todas las fotos que tomemos van a ser procesadas siguiendo estos valores. Que si nos gustan las imágenes bien contrastadas, o si optamos por unos colores vívidos y saturados, o aplicamos un d-lighting alto para que no haya tanta diferencia entre luces y sombras, o ese enfoque más agresivo, o más suave...

Es más... la mayoría de los usuarios no entran nunca en esos menús y las imágenes serán procesadas siguiendo los valores estándar que el fabricante ha dispuesto para esa cámara... o quizá con los parámetros que algún amable vendedor nos ha configurado cuando nos vendió la cámara.

Sea como sea, una vez captada la imagen (esto es, los datos) la cámara va a someterla a un procesado rápido siguiendo todos estos valores, la comprimirá al tamaño que le hayamos indicado (o el que venia de fábrica) y la grabará en un formato llamado JPG o JPEG (Joint Photographic Experts Group), el archivo estándar de codificación que una suerte de "comité de sabios" -de verdad, no lo digo con sorna- creó en 1986 para unificar las imágenes digitales en un formato con la suficiente calidad y con una adecuada compresión para su fácil manejo en los medios informáticos.

En definitiva: El RAW es el archivo "en bruto", y el JPG el archivo procesado. Por eso, cuando me dicen "esta foto no tiene nada de retoque... está tal cual se tomó..." si, vale, pero hay que tomarlo un poco con pinzas... todas absolutamente todas las imágenes llevan algo (ni que sea mínimo) de procesado.




Diferencias y usos. RAW versus JPG

Para empezar, debéis saber que no todas las cámaras dan la opción de poder escoger entre estos dos formatos. La mayoría de las compactas sólo graban el archivo en JPG, esto es, una vez han procesado la foto. Aún así, cada vez más compactas de gama alta ofrecen la posibilidad de guardar los archivos también en RAW, en bruto. Con la gran mayoría (por no decir todas) de cámaras bridge y DLSR (réflex digital) sí que podremos optar por el RAW, el JPG o incluso guardar ambos archivos de una misma imagen.

A grandes rasgos, la gran ventaja del formato RAW, es que los datos se almacenan sin comprimir, o con una compresión mínima, con lo que la imagen no pierde calidad. Esto hace que luego, en el ordenador, podamos trabajar con ellos con muchas más posibilidades y tener un mayor control sobre todos los parámetros de la toma. Podemos cambiar valores que, de otra manera, hubiéramos tenido que decidir en el momento de tomar la fotografia, por ejemplo el balance de blancos, modificar o compensar la exposición, recuperar detalles de las luces altas o de las sombras, brillo, contraste, saturación... Y todo esto sin "estropear" o degradar el archivo cada vez que le hacemos la más mínima modificación.

Otra cosa, aunque trabajemos con el archivo RAW, le modifiquemos parámetros y lo guardemos, SIEMPRE será posible revertir los cambios y volver a la imagen original, en bruto. Será por eso que este formato es llamado Negativo Digital, y que cada vez más muchos concursos fotográficos pidan los RAWs de las fotos premiadas para comprobar que no se ha retocado o modificado en exceso la imagen o se le hayan eliminado o añadido elementos digitalmente.

¿Inconvenientes? Pues sí, como pasa siempre, no todo van a ser ventajas. Básicamente son tres (a mi forma de entenderlo...) El primero es el gran tamaño de los archivos RAW: como se almacena toda la información con una compresión sin pérdida de calidad, el archivo resultante presenta un tamaño mucho mayor que el JPG. Esto quizá no sea un inconveniente en sí mismo, pero puede derivar en más tiempo en el momento de grabar o transferir los datos, necesidad de llevar tarjetas de memoria de más capacidad (o más tarjetas) o una mayor lentitud cuando trabajemos con ellos en nuestros equipos informáticos.

El segundo de los inconvenientes, es la falta de uniformidad en los códigos de este formato de imagen. Me explico. Cada marca ha desarrollado su propia versión del formato, con lo que necesitaremos de un software específico para visualizar y trabajar con los RAWs de nuestra cámara. Normalmente este programa nos viene incluido con la cámara, en uno de esos CDs que están en la caja, aunque últimamente "está de moda" tener que descargarse el software que vamos a necesitar desde la misma página del fabricante.

Esta no estandarización de los RAWs entre las distintas marcas, los hará muchas veces incompatibles entre ellos o con programas que ya tengamos instalados. Incluso se da el caso que los RAWs de dos cámaras distintas del mismo fabricante necesiten de dos programas diferentes para abrirlos (a mi me ha pasado. Y dos veces). Por esto, cada marca nombra a sus RAWs con una extensión distinta.

Y el tercero de los inconvenientes que yo le veo a este formato es simplemente una consecuencia del segundo... y es que será necesario "revelar" el archivo y transformarlo a su formato final, el uniforme y estandarizado JPG. Así pues, tocará pasar por el programa de revelado o edición todas las fotos.

En cambio, los archivos JPG no necesitan (a priori) de ningún post-procesado para poder visualizarlos, compartirlos o colgarlos en páginas web o redes sociales. No es que no los hayamos "revelado" o retocado... simplemente lo ha hecho la misma cámara. No obstante, si queremos retocarlas a posteriori, podemos hacerlo en cualquier programa de edición fotográfica que ya tengamos instalado. Sin complicaciones. Encima tienen un tamaño más adecuado para que no colapsen nuestro ordenador, nos caben muchas más en la tarjeta de memoria y, realmente, tampoco es tan apreciable la pérdida de calidad de la que hablan.

Entonces... si el formato JPG es tan fácil y cómodo para todo, ¿porqué no utilizar ese y olvidarnos del pesado y molesto RAW? Pues por que al guardar los datos en JPG, estos se comprimen y se pierde información, lo que conlleva a una disminución en la calidad final de la imagen. Quizá para la gran mayoría de gente el formato JPG ya les resulte suficiente, pero sabed que con cada retoque o modificación de la imagen el archivo se irá degradando y, por lo tanto, la calidad será menor. A parte, estaremos más limitados en cuanto a cambiar parámetros de la toma a posteriori.

En definitiva control sobre la toma y calidad final de la imagen. Estas son las dos grandes ventajas del RAW sobre el JPG. En contra, el JPG ofrece rapidez, comodidad y una calidad más que aceptable.

Naturalmente es decisión de cada uno optar por uno u otro formato de imagen. Y aquí si que cada persona es un mundo... ¿Que queremos "currarnos" la foto y decidir sobre cada pequeño detalle? Siempre será mejor el RAW. ¿Que sólo queremos tomar algunas imágenes de recuerdo de lo que sea, o no podemos o no sabemos procesarlas, y por Dios! tampoco hay para tanto? JPG. Así de simple.

Otra opción que puede resultar interesante es guardar la imagen con los dos formatos, y decidir luego para qué utilizamos cada uno. Hoy en día muchas cámaras permiten la grabación en RAW+JPG, con lo que obtendremos dos archivos de cada foto. Incluso hay algunas con doble ranura para dos tarjetas de memoria, en una se pueden grabar los RAWs y en otra los JPGs. Viva la técnica! Sólo deberemos tener la precaución de disponer de tarjetas de memoria con una buena capacidad (y ya puestos de buena calidad) para no quedarnos cortos, pero con el precio que tienen hoy en día esto ha dejado de ser un problema.

Precisamente esto es lo que hago yo, RAW + (JPG) FINE ya que nunca se sabe cuándo va a surgir "la foto" y la verdad es que si surge me jodería no tenerla en RAW. Utilizo los JPG para visualizar, descartar y escoger las mejores tomas (a la manera que hacíamos con los antiguos contactos) y luego recupero los RAWs y trabajo las escogidas a partir de ahí.

Como en todo, que cada uno haga lo que le plazca (faltaría más), pero por lo menos ahora ya tenéis elementos para sopesar, juzgar y decidir en qué formato queréis grabar vuestras imágenes. Y os prometo que el próximo post de Fotografia Fácil no será tan "palo" como éste. Al menos, eso intentaré.




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