"La aventura, la gran aventura, es contemplar cómo aparece una cosa desconocida cada día delante de tus ojos".

-Henry Cartier-Bresson-

7 feb 2015

Viajes: Irlanda, La Isla Esmeralda (II). El suroeste.

Para mí, la mejor forma de viajar es a tu aire. Poniendo rumbo hacia donde quieras, parando donde te apetezca, visitando lo que te venga en gana -y no lo que se supone se debe ver-.  En definitiva, a tu bola. Vale, esta manera de viajar no va con todo el mundo. Hay gente que, cuando sale de vacaciones, no quiere preocuparse por nada, otros simplemente no tienen tiempo para preparar/planificar un poco el viaje, e incluso hay algunos que no sabe hacerlo, que se ven perdidos sin un guía que los "aborregue".

Dicho esto -y cuidado, que nosotros ya tuvimos nuestra ración de "aborregamiento" en Dublin- Irlanda es una país ideal para disfrutarlo a tu aire, por sus moderadas distancias, por la amabilidad de sus gentes, porque cada recodo del camino puede depararte una visión maravillosa... En fin, que lo mejor es alquilar un coche y aventurarse a conducir por la izquierda en las estrechas carreteras irlandesas.

Era ya media tarde cuando dejamos atrás Dublin, lo que no nos preocupaba demasiado. El día era aún bastante largo a principios de Septiembre y no debíamos recorrer muchos kilómetros hasta nuestro siguiente destino, Kilkenny, en el condado del mismo nombre.

Con este pequeño Renault Clio, al que apodamos "Puffy", nos recorrimos Irlanda!
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f9 - 1/40" - ISO 200

Aprovechamos los 120km que nos separaban de nuestro destino para empezar a familiarizarnos con la conducción por el otro lado. En un primer momento puede parecer un lío, pero te acabas acostumbrando -como todo-. Sólo hay que tener en cuenta que la preferencia está a la izquierda, y al incorporarnos a la circulación, o en un cruce, debemos hacerlo por la zurda de la vía (nuestra tendencia natural es colocarnos instintivamente en el carril derecho) . Y poco más, soportar algún manotazo contra la puerta al querer cambiar de marchas sin pensar que la palanca de cambios está a la izquierda del volante... no, si es divertido y todo!

Kilkenny es una bonita población (algunos lo llaman pueblo, otros ciudad) apodada "la ciudad de mármol". Es conocida por sus edificios medievales, por los Kilkenny Cats -su equipo de hurling, un deporte tradicional gaélico que del que no puedo decir nada aunque quisiera, sólo que se juega con una especie de palo o stick- y su animada vida nocturna. Así que una vez encontrado el Bed&Breakfast para esa noche, nos fuimos a dar una vuelta, cenar algo y nos metimos en un pub, donde degustamos unas pintas de Kilkenny -su cerveza local- mientras disfrutamos de un concierto en directo del grupo "The Kilkennys".  No...muy originales con los nombres no son... quizá demasiada cerveza??

Kilkenny Castle, Kilkenny, Irlanda.
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f8 - 1/200" - ISO 200

Esa noche ya empezamos a descubrir que los irlandeses, y sobretodo cuando te los encuentras en un pub -media pinta de cerveza en la jarra, la otra media repartida entre su estómago y sus ropas- son una gente extremadamente simpática y locuaz. El pub no sólo es el lugar de reunión del pueblo, es como un pequeño ecosistema plagado de personajes de todas las edades y condiciones, un sitio para encontrarte con tus amigos y disfrutar de un rato de charla y diversión. Y es que los irlandeses no beben para ahogar las penas, si no para divertirse. Ya sabía yo que nos lo íbamos a pasar bien en este viaje!

A la mañana siguiente, después de pasear por los jardines de Kilkenny Castle, volvimos a la carretera para seguir bajando hacia el extremo suroeste de la isla, donde esperábamos encontrarnos con la irlanda "de postal" que veníamos buscando. Al pasar por Cashel, nos llamó la atención el llamado "Rock of Cashel", un antigua fortaleza del s. V (aunque la mayoría de edificios que aún se tienen en pie son del XII-XIII) emplazada en lo alto de una colina, así que paramos a verla.

Pared exterior de la antigua catedral, con el sol atravesando su rosetón
Rock of Cashel, condado de Tipperary, Irlanda.
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f22 - 1/25" - ISO 200
El recinto es espectacular, y aunque la mayoría de edifios están medio (o totalmente) derruidos, aún se puede apreciar que este sitio fue el centro del poder real y eclesiástico del país durante más de un milenio, hasta que las tropas de Cromwell asediaron la fortaleza en 1647, pasando a cuchillo a todos sus habitantes.

Desde la colina en que se asienta Rock of Cashel se disfrutan de estupendas vistas de la llanura de Tipperary (en la edad media no escogían las localizaciones de sus castillos al azar, no) así que pasamos un rato regalándonos la vista con tanto verdor y tranquilidad. Cerca de allí, en los prados cercanos, se yerguen los restos del antiguo Priorato de Athassel, un antiguo convento agustino que se cree que fue el más grande del país hasta su incendio en 1447. El lugar irradia calma por doquier.

Athassel Priory, condado de Tipperary, Irlanda
Nikon D300s - Sigma 70-200 f2,8 EX DG Macro
f9 - 1/200" - ISO 200

Detrás de sendos cafés con leche (si, de día y con muchos kilómetros aún por delante, esa bebida es quizá más aconsejable que la cerveza) decidimos hacia dónde seguir. Básicamente teníamos dos opciones en mente, bajar hasta Cork y el estuario del Lee o seguir en dirección oeste remontando el curso del río Blackwater hasta Killarney y sus 3 lagos. Esto es lo bueno de ir por libre, que haces en cada momento lo que más te apetece, y como ninguno de los dos teníamos demasiadas ganas de meternos en otra ciudad (aunque estoy convencida que Cork bien merece una visita), optamos por la segunda opción y, mapa en mano, atravesamos los condados de Cork y Kerry por vías tranquilas y estrechas, rodeadas del más absoluto verdor e impregnadas de aroma a heno y hierba fresca.

A media tarde estábamos ya en la orilla este del Lago Muckross, uno de los tres que forman el PN Killarney Lakes, y decidimos acercarnos a ver la cascada de Torc. Un corto paseo por un precioso sendero asequible hasta a los caminantes menos avezados, pero no por eso exento de belleza.

Cascada de Torc, PN Killarney Lakes, condado de Kerry. Irlanda
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f18 - 1,6" - ISO 200

Pasamos el resto de la tarde explorando los alrededores del lago, en concreto el curso bajo del río Owengarrif y terminamos visitando la Muckross House, una fantástica mansión del s.XIX situada a orillas del lago del mismo nombre.

Río Owengarrif, PN Killarney Lakes, condado de Kerry. Irlanda
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f10 - 2,5" - ISO 200

Esa noche dormimos en Killorglin, una pequeña y tranquila población a orillas del río Laune que sirve de base tanto para explorar el parque nacional de los tres lagos como para realizar una de las rutas más conocidas del país, el Ring of Kerry, un recorrido circular que da la vuelta a la península de Iveragh ofreciendo al visitante soberbias vistas de la costa sur de la isla. Y ése era nuestro plan para el siguiente día.

Cuando viajo, sea el tipo de viaje que sea, siempre me llevo una guía del lugar. Me sirve tanto para planificar un poco el viaje como para, una vez allí, saber más sobre la historia y las peculiaridades de lo que visito. Pero, sin duda, hay una cosa mejor que una buena guía: los consejos de los lugareños. A veces te recomiendan sitios que no salen en las guías (o que aparecen sólo de pasada) y que -según ellos- tienen mucho más interés, son más bonitos o simplemente están alejados del turismo de masas.

Ya me pasó en la Bretaña francesa, cuando la dueña de un B&B nos recomendó que nos acercáramos a la isla de Bréhat, y en Irlanda también nos dieron un valioso consejo, referido al Ring of Kerry: "No paréis dónde paran los autobuses. Se paran ahí, no por qué las vistas sean mejores -de hecho, vistas bonitas las hay durante todo el recorrido- si no porque hay suficiente espacio para ellos. Parando donde ellos, estaréis siempre rodeados de gente. Si queréis descubrir un sitio fantástico, llegaros hasta la isla Valentia. Hasta allí no llegan los autobuses, es preciosa y estaréis solos".

Creo que nunca podré agradecer lo suficiente al dueño del Coffey's River's Edge de Killorglin esa recomendación. En efecto, a cada pocos kilómetros encontrábamos miradores donde se agolpaban los turistas de autobús, los que no tienen derecho a bajar donde quieren. A ver, que no es nada malo, pero odio ir en ese plan. Nosotros no es que no nos detuviéramos en ninguno de ellos -a veces nos picaba la curiosidad, y parar donde quieres es una libertad de la que dispones al tener tu propio vehículo- pero hicimos la ruta hasta el extremo sur de la península sin demasiados altos en el camino. Una vez allí tomamos un pequeño transbordador y en unos pocos minutos estábamos en Knightstown, el puerto de entrada a la pequeña isla.

Valentia Island, condado de Kerry. Irlanda
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f14 - 1/60" - ISO 200

Después de una pequeña visita a la minúscula oficina de turismo local -adiós de nuevo a la esperanza de ver colonias de frailecillos en el vecino islote de Skellig: "no, ahora no es la época", me dijeron- empezamos a recorrer la isla. Las estrechas carreteras por donde habíamos circulado hasta entonces no eran nada comparadas con las Valentia Island, meros caminos asfaltados por donde, y muy ocasionalmente, nos cruzábamos con algún otro coche o tractor.

Fue así como subimos hasta Geokaun Mountain y vimos los acantilados de Fogher rodeados de curiosas ovejas, visitamos las antiguas canteras de pizarra de la isla (Grotto&Slate Quarry) y nos dimos una vuelta por el faro de Cromwell Point, entre otros lugares. Hay una frase que dice "Quizá puedes hacerte Irlanda en un día, pero realmente sólo conocerás Valentia Island a lo largo de una vida". Bueno, quien acuñara esa frase puede que hubiera tomado demasiada cerveza, o estuviera afectado por el viento que reina siempre en la isla, pero lo cierto es que es un sitio donde el tiempo parece que se detiene y todo va a otro ritmo. Y la verdad, me encantan esos lugares. Y mucho.

Volvimos a la isla principal por el puente que la comunica con Portmagee, y después de comer en Ballynskelligs volvimos a subir y bajar por las serpenteantes carreteras de Iveragh, mientras íbamos disfrutando de las fantásticas vistas sobre la bahía de Kenmare.

Entrada a la Bahía de Kenmare, condado de Kerry. Irlanda
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f9- 1/80" - ISO 200

Una vez se deja atrás la población de Kenmare, si se quiere completar todo el recorrido circular hay que girar a la izquierda y por la N-71 llegar hasta Killarney. En ese tramo se deja atrás la espectacular línea costera de Iveragh y la carretera discurre por el interior de la Irlanda más rural, la que está salpicada de granjas y cottages, y rodeada -cómo no- de campos verdes y cercas de piedra.

Pero antes de terminar la jornada, debíamos atravesar otra vez el PN Killarney Lakes, esta vez desde el lado sur. Realizar este recorrido sin parar a cada pocos kilómetros es simplemente una quimera, así que nos tomamos nuestro tiempo. Ladie's View (el mirador de las damas), es un lugar que debe su nombre al entusiasmo que causó entre las damas de compañía de la reina Victoria en 1861. Las vistas desde ese punto son preciosas y la luz cálida y brumosa de la tarde le añadía encanto.

El lago Superior visto desde Ladie's View. PN Killarney Lakes, condado de Kerry. Irlanda.
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f9 - 1/50" - ISO 200

Nos despedimos del lugar con un paseo hasta "the meeting of the waters", el punto exacto donde confluyen las aguas de los tres lagos que forman este Parque Nacional (Superior, Muckross y Leane). Estuvimos un buen rato sentados en el puente Old Weir, sin hacer nada más que contemplar como fluía el agua mientras se iba escapando la tarde. Luego, remataríamos el día con una pinta en Kate Kearney's Cottage, una antigua taberna ilegal del s.XIX y que hoy sigue siendo un pub. Sin duda, el final perfecto para un día perfecto.

A la mañana siguiente dejamos atrás el precioso condado de Kerry para seguir ruta hacia el norte, en pos del que sería otro de los grandes momentos del viaje: los Cliffs of Moher, los famosos acantilados verticales que constituyen uno de los iconos más conocidos del país. Para llegar hasta ahí desde Killarney optamos por ir directos hasta Tarbert y desde allí cruzar en ferry el fiordo o estuario del Shannon.

Faro de Tarbert, estuario del Shannon, condado de Kerry. Irlanda.
Panasonic Lumix DMC-LX3
f5,6 - 1/1000" - ISO 80

La verdad, no costó mucho dar con los famosos acantilados. Siendo la principal atracción turística natural del país -más de un millón de visitantes al año- el recorrido está señalizado hasta la saciedad, y si no, sólo hace falta seguir alguno de los muchos autobuses que se dirigen hasta allí (aunque la mayoría vienen desde Dublin o Limerick). Aún así, el lugar es muy grande y está de sobras preparado acoger a muchos visitantes a la vez.

Me gustó especialmente cómo han construido el centro de visitantes, disimulado bajo tierra como una especie de cueva, para no romper del todo la estética y la mística del lugar. Impacto medioambiental y tal. Y hablando de impacto, pasear a escasos centímetros de esas escarpadas paredes verticales (de más de 200 metros de altura) si me impactó.

Cliffs of Moher, condado de Clare. Irlanda.
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f18 - 1/50" - ISO 200

Para los que sufran de vértigo, o miedo a las alturas, decir que se han construido unos 600 m. de plataformas de observación y miradores perfectamente seguros y sin riesgo, esto es, con muros de piedra. Aún así, si se quiere tener una experiencia mucho más auténtica, no hay más que saltarse a la torera la recomendación de "do not pass beyond this point" (no pase más allá de este punto) y seguir el ondulante sendero que lleva hasta Hag's Head (la Cabeza de la Bruja). Nosotros no llegamos hasta ese punto, pero sí que recorrimos -con mucho cuidado- un buen trecho de ese sendero.

Un detalle curioso: para los que -como yo- somos unos frikis de la fotografía, en la página web oficial www.cliffsofmoher.ie hay un apartado que nos indica (aunque sea a grandes rasgos) cuál es la mejor hora del día para las fotos. Sin duda, una interesante ayuda para planificar nuestra visita a esta maravilla natural!

Y hablando de fotos, dicen que el castillo más fotografiado de Irlanda es Dunguaire Castle. No creo que tenga ningún aliciente que no puedan tener otros castillos, pero supongo que el volumen de turistas que pasan por su lado yendo desde los Cliffs of Moher hasta Galway, influye en esa estadística. Si, nosotros pasamos por allí y -obviamente- también le hicimos algunas, además, la luz a esa hora de la tarde era estupenda!

Dunguaire Castle, condado de Galway. Irlanda
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f10 - 1/50" - ISO 200

Esa noche dormimos en los alrededores de Galway, la ciudad más bohemia y fiestera del oeste del país. Ya podéis ver que en este viaje -de momento- pocas ciudades habíamos hollado, y nuestra incursión por Galway se limitó a dar una vuelta por el casco antiguo, ver los antiguos muelles, el Spanish Arch y poco más.

Nuestro periplo por el suroeste había concluido, a partir de ahí dedicaríamos un par de días a la zona oeste del país antes de internarnos en el siempre belicoso Ulster. Pero todo eso os lo contaré en otro post, que si no se hace muy largo.


Posts relacionados.
Viajes: Irlanda (I). Dublin
Viajes: Irlanda (III). Irlanda del Norte


27 ene 2015

Fotografía Fácil. Composición (III). Descentrar el motivo.

Como ya vimos en el post donde os hablaba de la simetría, al principio todos tendemos a colocar el punto de interés en el centro de la imagen. Parece que sea lo más natural, vemos algo que nos llama la atención, alzamos nuestra cámara, apuntamos y disparamos. Voilá! Ya tenemos una foto.

Sin ser necesariamente un error, muchas veces este tipo de fotografías resultan demasiado obvias, aburridas, estáticas...en una palabra: sosas. Otras veces un encuadre tan poco trabajado sí resulta un auténtico desastre. Es por esto que en muchas ocasiones conviene colocar el punto de interés fuera del centro de la foto, desplazándolo hacia uno de los lados. De esta manera es posible que consigamos imágenes con más interés, más dinámicas y con un encuadre mejor estructurado, lo que hará que resulten más agradables a la vista.

Un ejemplo de encuadre con el punto de interés fuera del centro de la foto.
Carrick-a-Rede rope bridge. Costa de Antrim, Irlanda del Norte (Reino Unido)
Nikon D300s - Sigma 70-300  f4-5,6 DL Macro
f6,3 - 1/400" - ISO 400

Pero, si lo hacemos, ¿dónde lo colocamos? ¿A qué lado de la imagen? ¿A qué distancia?... en definitiva... ¿hay alguna guía que nos sirva para distribuir los objetos dentro del encuadre?

La Proporción Áurea

NOTA: Me gustaría aclarar que voy a explicar esto de manera muy esquemática para  que resulte fácil de entender (a mi, la primera). Mi intención es, simplemente, mostraros cómo el tema de mantener unas proporciones armónicas en el arte ya viene de lejos, y porqué se viene haciendo de esta manera desde hace siglos, incluso mucho antes que se inventara la fotografía. No quiero, ni puedo, hacer un tratado sobre el número áureo, simplemente mi intención es compartir unas pinceladas de este tema para qué sepáis cómo hemos llegado a estas conclusiones.

También llamada "La Divina Proporción" se trata de una relación o proporción entre los segmentos de una recta. En teoría es simple... tenemos una recta (A) y queremos dividirla en dos segmentos desiguales pero que muestren una proporción armónica (B y C). Aplicando la Proporción Áurea, obtendremos dos segmentos desiguales en los cuales la proporción entre el total de la recta (A) y el segmento más grande (B) será igual a la proporción entre el segmento grande (B) y el pequeño (C).

Es decir, la proporción que hay entre A y B es la misma que entre B y C. La proporción entre ellas, no la medida!

Esta proporción, está basada en un número irracional (es decir, un decimal infinito y no periódico) y que es conocido desde la antiguedad como Phi (que no Pi!!), en honor al escultor griego Fídias.


Esta proporción, nos ayudará a distribuir los elementos de una escena de manera armónica. 

El símbolo Phi y el Número Áureo, una ayuda para componer y más
presente en nuestras vidas de lo que os podáis imaginar.

Vale, lo sé... hasta ahora todo esto nos está sonando a chino (o quizá mejor dicho, a griego clásico) y nos cuesta ver la relación entre todo este galimatías y la composición fotográfica.

Lo cierto es que el Número Áureo, o la Proporción Áurea, está presente en incontables obras de arte, construcciones, composiciones musicales y otras estructuras desde la antigüedad hasta nuestros días. Algunos ejemplos son la Gran Pirámide de Gizeh, el Partenón, algunas esculturas de Miguel Ángel o pinturas de Leonardo da Vinci, la Torre Eiffel y hasta las sonatas de Mozart o la 5ª Sinfonía de Beethoven... y qué queréis que os diga... éstos si que sabían algo de composición!

Y no hace falta ir tan lejos... en la misma naturaleza encontramos un montón de ejemplos de organismos que siguen la Divina Proporción: la disposición de los pétalos de una flor, la relación en espiral del caparazón de un caracol, la proporción entre el grosor de las ramas principales y el tronco de un árbol, incluso en el cuerpo humano encontramos mil y un ejemplos de esta proporción áurea (distancia entre ombligo y plantas de los pies respecto a la altura total, falanges de las manos...) ¿hace falta que siga?

Es indudable que la Proporción Áurea está presente en todas partes, así que también puede ser una buena guía para estructurar y componer, pero... ¿cómo aplicamos esta Divina Proporción a la fotografía? Bueno...la verdad es que tampoco hace falta comernos mucho la cabeza...



Aplicando el Número Áureo a nuestro rectángulo fotográfico (si, si, el 24x36 de toda la vida) nos da como resultado unas proporciones. Ahora sí, ya tenemos una primera idea de dónde situar el centro de interés de una imagen cuando no queramos una composición simétrica. A partir de aquí, sólo nuestra creatividad será el límite!

Rosa Amarilla
Panasonic Lumix DMC-LX3
f4 - 1/160" - ISO 80


Aplicación de la Proporción Áurea para encuadrar de manera estética.

El centro de atención es el ojo de la rosa, y el punto de la fotografía donde está situado no fue escogido al azar, sino aplicando y volviendo a aplicar las proporciones marcadas por el Número Áureo.





La Regla de los Tercios

Vale... supongamos que aceptamos barco como animal acuático... ¿esto quiere decir que cada vez que queramos tomar una imagen descentrada (no simétrica) tendremos que aplicar a rajatabla estas proporciones? Los que, como yo, somos más de letras que de números... ¿tendremos que incluir una calculadora en nuestro equipo? Ay Dios...ya me veo repasando álgebra y geometría...y a mi edad...!

Tranquilos, nada de eso va a ser necesario. Estoy de acuerdo en que los fotógrafos somos un poco raritos... pero esto ya sería pasarse! Para poder aplicar sencillamente la Proporción Áurea y poder componer de manera rápida nuestras imágenes, tenemos una adaptación muy simple de toda esta teoría en la llamada Regla de los Tercios.

Sólo hace falta que dividamos la escena (nuestro recuadro fotográfico) en tres partes, tanto horizontal como verticalmente, y que nos valgamos de esta sencilla guía para situar el centro de interés de la imagen en alguna de estas líneas. Vaaaale... quizá las líneas de la Regla de los Tercios no se correspondan exactamente con las de la Proporción Áurea, pero se aproximan bastante y con eso ya nos vale. Es lo que tiene simplificar.

Aplicación sencilla de la Proporción Áurea en fotografía y composición: La Regla de los Tercios

¿Os suenan estas líneas? Pues a partir de ahora se convertirán en vuestras mejores amigas para componer de manera estética y estructurar armónicamente una imagen. De hecho, muchas de las actuales cámaras fotográficas tienen una opción que permite situar esta retícula de la Regla de los Tercios en el mismo visor o en la pantalla, para ayudarnos con la composición. Así de fácil. La verdad... cada vez que los pienso, creo que Fídias fliparia. En colores.

Amanecer en Stovepipe Wells. PN Death Valley, California (USA)
Nikon D300s - Sigma 18-55 f2,8 EX DC Macro
f13 - 1/60" - ISO 100
Un ejemplo, el caso más típico es dónde situar el horizonte en una foto. Salvo contadas excepciones (simetría, reflejos) es bueno intentar situarlo en el tercio inferior o superior de la fotografía. La elección de una u otra línea dependerá de si queremos dar más importancia a los elementos que se encuentran en el terreno o enfatizar el cielo.

Este fue el caso de la foto que utilizo como ejemplo. Ese día había un cielo azul pálido y aburrido, que no aportaba nada de interés a la toma, por eso decidí situar el horizonte (en este caso la línea más o menos visible que separa desierto y montañas) en el tercio superior de la imagen.

Si hubiera habido un cielo lleno de nubecitas blancas (si, el sueño de todo fotógrafo) seguramente le hubiera dado más protagonismo, encuadrando el horizonte el el tercio inferior.


Aquí podemos ver otro ejemplo, en este caso aplicando la regla de los tercios verticalmente a la composición.

Camino de Santiago, tramo San Juan de Ortega - Agés (Burgos)
Panasonic LUMIX DMC-LX3
f5 - 1/1000" - ISO 80
Esta fotografía del Camino de Santiago tiene un punto de interés principal, el peregrino que sigue su camino. Además, el hecho de que el caminante vaya vestido de rojo también le hace destacar en la composición (aquí podéis ver el post dedicado a los colores)

Pero a su vez, también hay otro punto de interés en la toma, y ése es el árbol que aparece en primer plano, con lo cual tomé la decisión de componer la imagen en base a estos dos elementos, buscando rápidamente un punto de vista que me permitiera situarlos cada uno en un tercio de la imagen.

Os sorprenderá la rapidez en encuadrar por tercios en cuanto tengamos un poco de práctica y el ojo bien entrenado. Quizá al principio cueste, pero una vez habituados, la composición se formará sola ante nuestros ojos.


Golden Gate, San Francisco (USA)
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC
f8 - 1/125" - ISO 200
A veces, para encontrar un punto de vista que nos satisfaga, habrá que moverse, jugar con las distancias focales (el zoom), subirse a algún sitio o bajar la cámara. No nos conformemos con el típico "enfocar y disparar"! Una composición más cuidadosa nos permitirá organizar agradablemente los elementos de una imagen, con lo cual la foto final será siempre más armónica y atractiva a la vista.

En este caso, también estructuré la imagen en base a la Regla de los Tercios. Aproximadamente en el tercio inferior situé la pasarela del puente mientras que la primera torre del famoso Golden Gate está en línea con el tercio derecho.

Para conseguir esta composición, tuve que moverme un poco y jugar con las focales, hasta lograr dar con el encuadre que me gustó.

Y es que, es bien cierta esa frase que dice que "La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma".

Antes de dar por terminado el post de hoy, quisiera hacer una última consideración. Tanto con esta Regla de los Tercios como con las otras técnicas de composición, es bueno saber que no basta con aplicarlas al pie de la letra para que todas nuestras fotos sean perfectas y excepcionales. Si acaso, serán imágenes mejor estructuradas, más estéticas y dinámicas.

Y como todo en la fotografía, debemos tener suficiente criterio para decidir cuando aplicamos las reglas y cuando las rompemos. Afortunadamente, en este arte no siempre uno tiene que seguir las reglas.


Posts relacionados:
Composición (I): Introducción. Un lienzo en blanco
Composición (II): Simetría
Composición (IV). Los Puntos Fuertes
Composición (V): Las Líneas Dominantes
Composición (VI): Las Líneas Imaginarias

21 ene 2015

Viajes: Irlanda, la Isla Esmeralda (I). Dublin

No sé decir porqué, pero a mi me pasa. A veces, con sólo ver una imagen me enamoro de un lugar y me entran unas ganas enormes de viajar hasta allí para conocerlo de primera mano. Tampoco sabría deciros dónde la vi, ni mucho menos cuándo -hace mucho tiempo, eso si-  pero sí tengo claro la imagen que era, la que fue la "culpable" de que incluyera Irlanda en mi lista de deseos viajeros: una foto de la Calzada del Gigante, en la costa norte de Antrim. Desde que la vi supe que un día iría, lo que no sabía cuando.

"Giant's Causeway" o la Calzada del Gigante, una rareza geológica
Consta de Antrim, Irlanda del Norte, UK
Nikon D300s - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f8 - 1/50" - ISO 200
Pero bueno, tarde o temprano todo llega. En mi caso, la ocasión se presentó hará unos tres años. Mi hermano estaba pasando por un momento difícil a nivel personal y creí que unos días de desconexión le sentarían bien, así que pensé...dónde me lo puedo llevar? Irlanda fue la primera opción, y a decir verdad, fue perfecta!

Durante diez días recorrimos esta maravillosa isla de paisajes verdes, de gente amable y de carreteras estrechas y, obviamente, la Calzada del Gigante fue uno de los lugares que -desde el primer momento- entraron en nuestro plan de viaje.  Pero me estoy avanzando... os lo voy a contar por orden cronológico, lo que hicimos, lo que vimos, lo que bebimos (bueno, eso está claro... cerveza! ).

El plan creo que no podía ser mejor. Volar hasta Dublin, la capital, dedicar un par de días a ver lo que esta ciudad nos podía ofrecer y luego dar la vuelta a la isla en un coche de alquiler, parando donde nos diera la gana y visitando -y fotografiando- lo que encontráramos interesante. Ah, y nos hicimos el propósito de terminar cada jornada con una "pinta" -a veces fueron dos- en el pub local.  A esto le llamo yo integración!

Unas pintas de Guiness a medio servir. Se debe dejar reposar la cerveza hasta que el lúpulo se asiente.
Gravity Bar, Guiness Storehouse, Dublin,
Panasonic Lumix DMC-LX3
f2,8 - 1/125" - ISO 400
Una vez allí, decidimos empezar visitando la "Guinness Storehosue", la fábrica donde -desde 1759- se elabora la cerveza negra más famosa del mundo. La verdad, la entrada es un poco cara (18€) pero si se compra anticipadamente en su página web Guinness Storehouse hay un descuento del 10%. Aún así, cada entrada incluye una pinta servida en el impresionante "Gravity Bar" desde el que podemos admirar unas espectaculares vistas de la ciudad.

Vistas de Dublin desde el Gravity Bar, Guiness Storehouse, Dublin.
Panasonic Lumix DMC-LX3
f4 - 1/640" - ISO 80
Pasamos toda la tarde visitando la fábrica. Curioso... la exposición está organizada por niveles, empezando desde los ingredientes en el primer piso (cebada, lúpulo, levadura y agua de los montes Wicklow)  y a medida que vas subiendo se puede ver el proceso de fabricación, las tinas de fermentación, la historia de la marca, los medios de transporte, una selección de anuncios y campañas publicitarias, asistir a una demostración de cómo servir una pinta perfecta y al final la esperada degustación del producto mientras se contempla todo Dublín.

Lo más curioso de todo es que el edificio es totalmente circular, como un vaso. De hecho, en Guinness se vanaglorian de tener en esa construcción la pinta de cerveza más grande del mundo. Se calcula que si se llenara el edificio con el preciado líquido contendría 14,3 millones de pintas de cerveza! Seguro que esta marca está incluida en su famoso "Libro de los Récords".

Ha'penny Bridge, el más emblemático de los puentes que cruzan el río Liffey a su paso por Dublín.
Panasonic Lumix DMC-LX3
f6,3 - 6" - ISO 80

Si, lo reconozco... salimos de ahí un poco "tibios". Habíamos empezado a lo grande con Dublin y decidimos irnos para el centro, a cenar algo en un pub mientras escuchábamos música en vivo y luego callejear un rato disfrutando del ambientazo de un sábado por la noche en la zona de Temple Bar. Cuando nos cansamos, cruzamos el río Liffey por el emblemático Ha'penny Bridge y fuimos en busca del "Lua" (tranvía) para regresar a nuestro hotel. Nos merecíamos un descanso, y es que al día siguiente queríamos seguir viendo la capital.

Me habían hablado muy bien de los "free-tours" en español que la empresa Sandemans organiza por Dublin (y por otras ciudades europeas) así que decidimos apuntarnos al que, el domingo por la mañana, recorría el centro de la capital irlandesa. A las 11 estábamos delante del ayuntamiento y ya habíamos conocido al que sería nuestro guía. A la primera frase que nos dirigió, ya vimos que nos lo pasaríamos bien con él: "Hola, me llamo Juan y deberéis disculparme por mi voz. Ayer salí y bebí como un irlandés". Y es que creo que los irlandeses no tienen sangre en las venas, sino Guinness.

Torre Record y Capilla Real vistos desde los antiguos jardines del castillo, Dublin.
Panasonic Lumix DMC-LX3
f5 - 1/1000" - ISO 80

Durante cuatro horas visitamos a pie distintos lugares importantes de la historia de la ciudad. El ayuntamiento, el antiguo castillo y prisión real, el Dublin vikingo, la zona de Temple Bar, la ribera del Liffey, el campus de la Trinity College... mientras escuchábamos divertidos las explicaciones de nuestro simpático guía.

Campus de la Trinity College, Dublin.
Panasonic Lumix DMC-LX3
f2,7 - 1/2000" - ISO 200

Sólo una aclaración... "free tour" no debería traducirse como "tour gratis". Simplemente, al final del paseo das lo que tú consideres oportuno al guía, dependiendo de lo que te haya gustado el tour. Es decir, no hay un precio oficial estipulado.

He de decir que Juan nos hizo disfrutar enormemente del recorrido, y es que a veces vale la pena contar con un buen guía que te explique la historia y anécdotas de los sitios por donde vas pasando.

Temple Bar, los antiguos almacenes portuarios de Mr. Temple dan nombre a la mayor zona lúdica de Dublin.
Panasonic Lumix DMC-LX3
f2,5 - 1/125" - ISO 80

A la hora de comer, pudimos probar la cocina tradicional irlandesa en uno de los muchos pubs donde sirven comidas. El "Irish Stew" (estofado de buey) y el "Bacon and Cabbage" (tocino ahumado con patata y col) fueron nuestra elección. No sé si teníamos hambre después de pasarnos 4 horas recorriendo el centro de Dublin, pero el caso es que nos supo a gloria.

Durante la comida compartimos charla y risas con algunos integrantes del tour que habíamos hecho. Cada uno tenía su propia historia que contar, sus propios motivos para visitar Irlanda y su ruta más o menos planificada. Esto es lo bueno de viajar. Coincides con otra gente, viajeros como tú, con los cuales tienes algo (o nada) en común. Quizá no los vuelvas a ver, o quizá se crucen otra vez en tu camino, pero lo que es cierto es que pasamos un rato muy agradable compartiendo experiencias viajeras, dando o escuchando consejos de dónde ir, qué ver, dónde dormir... En definitiva, que bueno es viajar!

Leinster House. El antiguo palacio de los duques de Leinster es, desde 1922, la sede del parlamento irlandés.
Panasonic Lumix DMC-LX3
f7,1 - 1/160" - ISO 100

Acabamos de matar la tarde paseando por las callejuelas más céntricas de Dublin y efectuando las primeras compras de "souvenirs" (cuando se tienen tres sobrinas pequeñas, hay que pensar qué traerles de recuerdo). Nuestro primer fin de semana de este viaje tocaba a su fin, y había que ir pensando en coger el coche, ya que esa noche queríamos dormir en Kilkenny (a una hora y media larga de la capital).

Lo sé, dos días quizá es un tiempo muy justo para conocer una ciudad como Dublin, pero la verdadera motivación del viaje empezaba justo entonces. Nos íbamos a conocer la Irlanda verde, la de las postales, la de los campos y acantilados, la de los pueblecitos con encanto, la del ininteligible gaélico...

En la siguiente entrega os cuento cómo nos fue conduciendo por la izquierda en las estrechas y encantadoras carreteras de la Isla Esmeralda, qué vimos y cómo lo vivimos.


Posts relacionados:
Viajes: Irlanda (II). El suroeste
Viajes: Irlanda (III). Irlanda del Norte

6 ene 2015

Así la hice: Un rayo de luz

La foto que os voy a comentar hoy es, sin duda, una de mis preferidas. Y en realidad se trata de una foto muy simple, tomada a pulso con mi viejo y sencillo teleobjetivo Sigma 70-300 (que por su precio, está al alcance de todos) y hecha desde las pasarelas de observación del Perito Moreno, donde cada día se agolpan centenares de turistas para ver y oír ese increíble espectáculo de la naturaleza que son los glaciares.
Su secreto? La luz, y la forma de medirla.

Pared norte del glaciar Perito Moreno. P.N. Los Glaciares, Santa Cruz. (Argentina)
Nikon D800 - Sigma 70-300 DL Macro
f9 - 1/640" - ISO 100

La foto la tomé durante un fantástico viaje de un mes que realicé en 2013 por la maravillosa y sorprendente geografía argentina (podéis leer la crónica completa del viaje en cinco posts que os linko al final). Sin duda, uno de los platos fuertes del viaje fue la visita al Parque Nacional Los Glaciares, en la Patagonia, para poder ver su "joya de la corona": el glaciar Perito Moreno.

El día era nublado, y en un primer momento me pareció perfecto para hacer fotografías, pero pronto vi que las fotos que iba tomando salían demasiado suaves, pastosas, sin vida. Quizá genial para hacer retratos o macro, pero yo quería un poco más de profundidad. Necesitaba un poco de luz que iluminara las distintas vetas azuladas del glaciar, e hiciera brillar un poco el hielo. Me pasé la mañana deambulando por las pasarelas, escuchando anonadada los quejidos y crujidos del glaciar y viendo las roturas que se iban produciendo aquí y allá, pero bien atenta a los posibles cambios de luz, por sutiles que fueran, para poder aprovecharlos.

Mientras esperaba a que las condiciones de luz fueran óptimas,
me entretuve haciendo fotos. Cómo si no?

Mientras esperaba, me dediqué a pensar y a configurar la cámara de manera que pudiera sacar el mejor partido a un fugaz cambio de iluminación. Decidí que mediría la luz de manera puntual en el lugar más iluminado de la escena, así me aseguraba que el hielo no quedaría sobre expuesto, a la vez que oscurecía casi por completo el fondo, simplificando así la imagen. Al simplificar tanto, ésta resulta mucho más impactante, ya que el cerebro del espectador tarda mucho menos en procesarla.


En cuanto a parámetros técnicos, me siento muy cómoda trabajando con los modos de disparo semiautomáticos, esto es la prioridad a la apertura (A) o a la velocidad (S). En este caso, disparé con el modo A, fijando un diafragma moderado de f9. La cámara se encargaría de seleccionar la velocidad, y si acaso, podría corregir la exposición usando el compensador de exposición (+/-). Como el motivo principal era muy claro, supuse que no tendría problemas de trepidación con la velocidad escogida por la cámara, así que dejé la ISO en 100.

Al fin, mientras contemplaba la pared norte, un fugaz rayo de luz traspasó las nubes y la iluminó por unos breves instantes. Eso era precisamente lo que quería! Me dio tiempo a hacer tres fotos, la primera con los parámetros arriba indicados, mientras que en la segunda y tercera corregí un poco la exposición, oscureciendo un tercio la toma con el compensador (-0,3).

Y poco más, una vez en casa, en la interminable tarea de visionado y edición post-viaje, me quedé con ésta ya que me gustó el encuadre marcadamente por tercios, la sub-exposición casi total del fondo, la viveza del hielo y el color del agua. Creo que la foto funciona muy bien, y todo es debido a esperar un poco a que se dieran las condiciones de iluminación adecuadas. ¿Que podía haber esperado todo el día sin que saliera ningún rayo de luz? Pues claro... de hecho, eso pasa muchas veces, pero en esta ocasión mi paciencia dio sus frutos.


Si os apetece leer los posts completos sobre mi viaje a Argentina, podéis hacerlo clicando en los siguientes enlaces:

Argentina (I). Buenos Aires y el Tigre
Argentina (II). Iguazú, donde el Agua es Grande.
Argentina (III). Salta y Jujuy, los colores del noroeste.
Argentina (IV). El Chaltén, montañas imposibles
Argentina (V). El Calafate, glaciares increíbles


16 dic 2014

Fotografía Fácil. Composición (II). Simetría.

No sabría decir el porqué, pero al principio todos tendemos a situar el elemento que nos ha llamado la atención (lo que vendría a ser el punto de interés) justamente en medio de la composición, dejando unos espacios más o menos iguales a cada lado de él. Supongo que es lo más fácil, y que el punto de enfoque de la gran mayoría de cámaras esté situado por defecto en el centro del visor, hace que muchas veces apuntemos y disparemos sin pararnos a pensar siquiera en cómo estructurar los elementos de la imagen.

Torre Eiffel, Paris
Nikon D300 - Sigma 18-50mm f,2,8 EX DC Macro
f13 - 1/45" - ISO 200


Esto no tiene porqué ser necesariamente un error, incluso algunas fotografías "nos piden" una composición simétrica, estructurada a partir de un eje central.

De hecho, el cuerpo humano, los edificios y muchas flores presentan una simetría bilateral respecto a cualquier línea que pase por el centro.



En principio,  las composiciones simétricas son en sí mismas bastante atractivas, y presentan un fuerte sentido de la estructura, pero su punto fuerte es, a la vez, su punto débil ya que todas las fuerzas son iguales y opuestas, lo que puede hacer que la composición resulte demasiado "fácil a la vista" y que le falte fuerza.

Centrar una imagen invita al espectador a comparar las dos mitades de la imagen en lugar de interpretarla como un todo. Además, para que este recurso sea efectivo, la simetría y la equivalencia de las dos mitades debería de ser perfecta. Por último, la simetría de la forma debería ir acompañada por la simetría de colores o texturas.

Paisaje otoñal, Val d'Aran
Nikon D800 - Sigma 24-70mm f2,8 IF EX DG
f14 - 1/6" - ISO 100
Trípode, cable disparador y filtro polarizador



En algunos casos, también podemos jugar con los reflejos y usarlos para crear una segunda mitad de la escena que, de otra forma, no resultaría simétrica.

Como vemos, una composición simétrica no siempre tiene porqué ser el resultado de un encuadre torpe y descuidado. A veces lo que buscamos es precisamente esta sensación de orden, estructura y calma.


Pero hay más formas de estructurar una imagen, aportándole interés y dinamismo. Y la primera es mover el centro de atención de la parte central del encuadre. Es todo un reto probar a descentrar este punto de interés y, en este caso, ¿dónde lo colocamos? ¿Hay alguna guía que nos sirva para distribuir armónicamente los elementos dentro de nuestra imagen?

De todo esto, os hablaré en el próximo post de Fotografía Fácil.  La composición es todo un arte, y no nos engañemos, si está al alcance de cualquiera -tenga la cámara que tenga-, así que iremos paso a paso. La práctica, la experiencia y los gustos personales de cada uno nos irán guiando por este dédalo de reglas compositivas, y nos dirán cuando seguirlas y cuando romperlas.


Posts relacionados:
Composición (I). Introducción. Un lienzo en blanco
Composición (III): Descentrar el motivo
Composición (IV). Los Puntos Fuertes
Composición (V): Las Líneas Dominantes
Composición (VI): Las Líneas Imaginarias