Nos gustó especialmente este viejo pub de Galway. Luz escasa, largas mesas, música en directo, charla animada y cerveza negra. Panasonic DMC-LX3 f2 - 1/6" - ISO 400 |
Nuestra intención era dedicar buena parte del sexto día de nuestro periplo por Irlanda a conocer más en profundidad otra de las joyas naturales de la isla, el Connemara National Park, pero la climatología no permitió que lo disfrutáramos como es debido. A media mañana, mojados como pollos, decidimos hacer un cambio de planes y sentados en un agradable café del minúsculo pueblecito de Letterfrack sopesamos nuestras opciones indoor para el resto de la jornada. Por suerte, teníamos una muy cerca de allí: Kylemore Abbey.
Kylemore Abbey, una impresionante mansión neogótica. Condado de Galway, Irlanda. Nikon D300s - Sigma 18-50 mm f2,8 DX EC Macro f6,3 - 1/40" - ISO 250 |
Esta magnífica propiedad la construyó inicialmente el rico terrateniente y parlamentario Mitchell Henry como regalo para Margareth, su mujer, una enamorada de la región. Al cabo de unos años, y después de la muerte súbita de ésta, los Henry dejaron Kylemore y la mansión fue transformada en una abadía para monjas benedictinas que llegaron aquí desde Bélgica, huyendo de la I Guerra Mundial. Hoy en día sigue siendo una comunidad monástica, pero se puede visitar y hacernos una idea del estilo de vida acomodado de la clase alta irlandesa de finales del s. XIX.
Kylemore Abbey. Comedor principal. Condado de Galway, Irlanda.
Nikon D300s - Sigma 18-50 mm f2,8 DX EC Macro
f2,8 - 1/20" - ISO 800
|
A parte de los salones de la casa principal, en la propiedad también podemos ver una bonita capilla, un jardín victoriano amurallado, algunas esculturas al aire libre, y un inmenso parque, todo a la orilla del apacible lago. Debo aclarar que, aunque es verdad que la entrada no resulta nada económica (13€ por cabeza) tuvimos la suerte de cara...y entramos por la patilla gracias a un ticket de grupo que nos pasó discretamente una visitante que salía. Thank you, Mrs. Unknow!! Vale... nos colamos, pero descargamos parte de nuestra culpabilidad comprando dulces y recuerdos en la tienda de las monjitas...
Después de caminar bajo el chirimiri irlandés por Connemara NP y del frío que pasamos durante todo el día, esa noche nos merecíamos un buen descanso... y así fue. Aunque durante toda la ruta nos alojamos en modestos hoteles y (más o menos) encantadores B&B, esa noche -en una ida de pinza de las habituales en mí- había reservado habitación en un soberbio castillo! Qué queréis que os diga... nunca había dormido en uno, y Irlanda me pareció el sitio indicado para darme el gustazo!
Markree Castle. Collooney. Condado de Sligo, Irlanda. Panasonic DMC-LX3 f2,2 - 1/10" - ISO 400 |
Sea como fuera, Markree Castle no nos decepcionó. Gruesas paredes de piedra con tapices, suelos de madera noble, puertas de roble que crujían, largas escalinatas y muchos salones... sólo faltó el fantasma! Eso sí, tendríais que haber visto la cara de sorpresa de mi hermano cuando llegamos al castillo... De los alojamientos del viaje me encargué yo, y no le dije nada de mi "pequeña sorpresa", jaja! Como poco, impagable! El coste? Pos el doble que lo que nos venían costando los B&B...tampoco fue para tanto. Y es que, los caprichos tienen un precio!
Después de dormir como marqueses, al día siguiente enfilamos hacia Irlanda del Norte. La primera parada la hicimos en Derry (los pro-ingleses la llaman Londonderry) una ciudad que -como todo el Ulster- traía a mi memoria recuerdos belicosos de manifestaciones, enfrentamientos entre católicos y protestantes, disturbios y violencia sin fin. No es mi intención escribir un tratado sobre el conflicto de Irlanda del Norte, pero no podemos visitar la región sin ser conscientes de su reciente pasado y su situación actual. Así que os resumo...
Puente de la Paz, Derry. Irlanda del Norte. Panasonic DMC-LX3 f5- 1/800" - ISO 100 |
Hoy en día, un 47% de la población del Ulster es descendiente de los pobladores originales, católicos y pro-independentistas (realmente quieren la independencia del Reino Unido y su anexión a la República de Irlanda). Estos son los nacionalistas. Otro 48% son protestantes descendientes de los ingleses y escoceses que colonizaron el Ulster en el s. XVII y desean que Irlanda del Norte siga formando parte de la Corona Británica. Estos son los llamados unionistas. El 5% restante...bueno, o no se pronuncian, o simplemente son de esos que "pasaban por ahí".
Bogside Murals, Derry. Irlanda del Norte. Panasonic DMC-LX3 f2,8 - 1/125" - ISO 200 |
Cada comunidad se asienta en barrios bien separados y mantienen, desde hace tiempo, una difícil convivencia. Como ya os podéis imaginar, el problema viene cuando se juntan... con el odio asentado en ellos desde hace generaciones, lo más bonito que se dicen va desde hijoputa para arriba, y a partir de ahí se lía parda. Durante muchos años toda la región estuvo -literalmente- tomada por el ejército británico, que reprimía con dureza cualquier manifestación anti-británica. Surgió el IRA (Ejército Republicano Irlandés) y la violencia no hizo más que aflorar en los dos bandos, especialmente en Derry y Belfast.
Uno de los episodios más sangrientos que se recuerdan son los hechos del Bloody Sunday (domingo sangriento), ocurrido en esta misma ciudad cuando en el transcurso de una manifestación -se presumía pacífica- a favor de los derechos civiles algunos de los nacionalistas se liaron a pedradas contra el ejército y éstos -con un par... (ironía en modo "on")- respondieron con balas de goma, gases lacrimógenos y al final incluso disparando fuego real contra la multitud. Resultado, 14 personas muertas, un escándalo de proporciones mayúsculas y una canción de U2 que recuerda los hechos.
"The Runner". Bogside Murals, Derry. Irlanda del Norte. Panasonic DMC-LX3 f2,8 - 1/125" - ISO 100 |
Sea como sea, todo esto no tiene porqué hacernos desistir de conocer la ciudad y la región, y uno de los atractivos de Derry -por otra parte, ciudad gris y triste como pocas- es pasear por el barrio católico de Bogside y ver sus grandes murales pintados en las paredes de las casas, que recuerdan -estos no tienen la intención de olvidar- los años de violencia y represión a que fueron sometidos los habitantes católicos de Londonderry.
Craft Village, la ciudad intramuros de Derry. Irlanda del Norte. Panasonic DMC-LX3 f2,8 - 1/125" - ISO 100 |
Pero Derry no se reduce solamente al conflicto. La antigua ciudad amurallada es un oasis de paz y tranquilidad, incluso diría que con notas de color, dentro de una urbe gris, industrial y asolada por el desempleo. Otra vez bajo la pertinaz llovizna paseamos por las antiguas murallas, curiosamente más anchas que altas y de las mejores conservadas en Europa, y vagamos sin rumbo por el pintoresco Craft Village, un dédalo de callejuelas y patios salpicados de casitas tradicionales, cafés y tiendas de artesanía.
La verdad... no es que no nos gustara Derry... pero los dos nos alegramos cuando a la mañana siguiente la dejamos atrás y pusimos rumbo al que sería otro de los grandes hitos del viaje: La costa de Antrim, en el noreste de la isla.
Costa de Antrim. Condado de Antrim, Irlanda del Norte. Nikon D300s - Sigma 18-50 mm f2,8 DX EC Macro
f8 - 1/30" - ISO 200
|
Este espectacular tramo costero reúne algunos de los paisajes marinos más bellos de Irlanda del Norte y está repleta de historia y rarezas geológicas. Así pues, teníamos por delante un día muy ajetreado. Empezamos visitando la zona donde naufragó parte de la Armada Invencible (sí, esa de Felipe II y el "Yo no envié a mis naves a luchar contra los elementos") Pues bien, se cuenta que los irlandeses descubrieron la patata gracias a que algunas de ellas llegaron flotando a las costas irlandesas después de los naufragios de los barcos de la "Felicísima Armada" (otra vez ironía en modo "on"... como estoy hoy!) y que a partir de ahí probaron de cultivarlas... y hasta hoy en día y las fish&chips. Qué entretenida es la historia, joer...!
Sea como sea, los "elementos" también nos estaban incomodando bastante, así que seguimos ruta y paramos en el Castillo de Dunluce, en el que también entramos by the face. (Desde luego, escribiendo estas líneas me estoy dando cuenta de lo inocentes son estos irlandeses y de lo mal que nos portamos en Irlanda...) En fin, mea culpa y a ver Dunluce Castle, antiguo feudo del clan Mac Donell erigido en el s.XIII, y que sobrevivió a numerosas intrigas entre los clanes gaélicos de la región y a sitios y ocupaciones inglesas pero que no pudo hacer nada contra el abandono en 1670 y el inexorable paso del tiempo...
Dunluce Castle, o más bien lo que queda de él. Condado de Antrim, Irlanda del Norte. Nikon D300s - Sigma 18-50 mm f2,8 DX EC Macro
f8 - 1/40" - ISO 200
|
A media mañana pareció que la climatología nos iba a dar una tregua y un tímido sol apareció entre las nubes. Con estos buenos augurios nos dirigimos hacia Ballintoy para visitar el puente colgante de Carrick-a-Rede, una solución que adoptaron los pescadores locales para acceder a la piscifactoría de la isla de Carrick y que -cosas de la vida- ha acabado convirtiéndose en una de las atracciones turísticas más visitadas de Irlanda del Norte.
Si, seguro que estáis hartos de ver esta foto, de hecho sólo tenéis que ir a la parte superior del blog y la veréis siempre, y también hay por ahí una entrada explicando los pormenores del cómo la hice. Pues este es el puente en cuestión, puente que se tambalea a 25 metros sobre el océano y que yo, gracias a mi ya conocido miedo a las alturas, me quedé mirando desde un extremo y esperando a que mi hermano volviera del mencionado islote y me confirmara que allí no había nada que ver, pero que pasar por el puente era de lo más emocionante.
Se acercaba la hora de comer, y decidimos dejar para la tarde la que sería la visita estrella del día (y uno de los hitos del viaje), la Calzada del Gigante. Así, mientras esperábamos a que el sol bajara, nos dedicamos a explorar el encantador pueblecito de Bushmills y su tradicional destilería de whisky. Si, también hay whisky en Irlanda, y -según ellos- mejor que el escocés. Aquí el licor pasa por una triple destilación, con lo que el whisky resulta mucho más fino que el schotch, cosa que pudimos comprobar en la cata que nos ofrecieron al final de la visita.
Ahora si. Con el cielo limpio y el alma llena del "elixir de los dioses" pusimos rumbo a la gran rareza geológica de Irlanda del Norte, la Calzada del Gigante, para pasar la tarde explorando las más de 40.000 curiosas columnas hexagonales de basalto que forman esta maravilla natural.
Cuenta la leyenda que fue el gigante irlandés Finn Mc Cool quien construyó un camino que unía Irlanda y Escocia con grandes piedras, para ir a enfrentarse con otro gigante que habitaba allí. Posteriormente destruyó la calzada en su huida, dejando solamente estos restos. La verdad es que esta formación rocosa tan peculiar es el resultado de un enfriamiento rápido de lava volcánica que tuvo lugar -año arriba, año abajo- hará unos 60 millones de años.
La gente de aquí cree que entre los cilindros de basalto se esconde verdadera magia, lo que es cierto es que el lugar es místico a la vez que espectacular. Nos hartamos de saltar entre los diedros, algunos más altos, algunos más bajos, y fuimos hasta donde se juntan con el océano y desaparecen bajo sus olas. Sin duda había valido la pena cruzar toda la isla para poder estar allí justo cuando el día tocaba a su fin, llenándolo todo de sombras que acentuaban los volúmenes de las curiosas rocas.
Al final el día había sido magnífico, comentábamos cenando en un restaurante de Port Ballintrae que nos había recomendado la propietaria del B&B en el cual nos alojábamos. Aunque los dos estábamos de acuerdo en que Irlanda del Norte nos estaba gustando menos que el alegre sur de la isla, también los dos coincidíamos en que esa jornada era para recordar. Nos quedaban aún un par de días antes de volver a casa y mañana por la mañana dejábamos Antrim para bajar hacia el sur y visitar Belfast, la capital.
Al planificar nuestro viaje por Irlanda -y el Ulster- habríamos podido tranquilamente pasar de largo de su capital, Belfast. No es que no nos gustara, pero indudablemente no tiene el encanto de Dublin. Además, nosotros somos más de campo, de ver paisajes, de perdernos por zonas rurales, patear por espacios naturales y nos va más el ritmo de los pequeños pueblos que de las grandes ciudades. Aún así, había una cosa que queríamos ver en Belfast: El recién inaugurado Titanic Belfast y el Thompson dock, el dique seco donde se construyó el mítico barco de la White Star Line, y aún más si tenemos en cuenta que en 2012 se cumplía el centenario del naufragio más famoso de la historia. Pues todo empezó aquí. Si, el Titanic se construyó en los astilleros Harland & Wolf de Belfast.
Belfast, la capital del Ulster (o Irlanda del Norte) ha tenido siempre una potente industria naval. Situada en la desembocadura del Lagan, es en la parte oeste del río donde se concentran los astilleros que antaño dieron fama a la ciudad como productora de grandes barcos: el Titanic Quarter. Largamente abandonada, el ayuntamiento trazó un plan para recuperar la zona y abrirla tanto a locales como a foráneos, aprovechando el tirón del barco más famoso jamás fabricado en la ciudad (y me atrevo a decir en el mundo entero). Para eso, han construido un edificio titánico, de cuatro proas y con la altura real que tenía el Titanic que alberga una completísima exposición interactiva sobre el buque. Se puede adquirir la entrada solamente para el museo o combinarlo con la visita al dique Thompson, el que en su día fuera el dique seco más grande del mundo. que está unas manzanas más al norte y que fue el lugar donde se construyó el famoso transatlántico.
Como mitómanos del Titanic, disfrutamos enormemente de la mañana, aunque quizás me quedo con la visita al dique. Por lo auténtico, por lo accesible, porque bajamos y lo recorrimos entero, porque pudimos tocar las traviesas de antigua madera donde en su día se asentó el Titanic y ver restos de herramientas y remaches usados realmente en su construcción... no sé, me encantó la experiencia.
Dedicamos la tarde a visitar el centro de la ciudad y los barrios de Falls Road y Shankill Road, respectivos bastiones nacionalistas y unionistas de la ciudad, plagados -como en Derry- de murales alusivos a sus ideas políticas. Fue una especie de "paseo por el polvorín" que fue (y sigue siendo) Belfast.
Creo que entre Derry y Belfast habíamos quedado lo suficientemente empapados de historia reciente del conflicto norirlandés. Mientras dejábamos todo esto atrás, de vuelta a la República de Irlanda, mi hermano me preguntó... oye, y nosotros con quién vamos? Con el gigante Mc Cool, le respondí yo. Estos del Ulster la tienen liada parda aquí arriba, como para apoyar a unos o a otros... tira tira para el sur, que son más pacíficos... Y así volvimos a cruzar la frontera.
El último día del viaje lo dedicamos a seguir la ribera del río Boyne y nos llegamos hasta Trim, famoso por su impresionante fortaleza normanda del s.XII.
La climatología había decidido que se había terminado la tregua, así que nos volvió a atizar de lo lindo, cosa que no impidió que disfrutáramos de la visita del que fue uno de los escenarios del rodaje de una de mis películas favoritas, "Braveheart". Mientras reponíamos fuerzas y entrábamos en calor en el bar del castillo -por cierto, que sopa más magnífica- la dueña nos estuvo contando anécdotas del rodaje, e incluso pudimos ver fotos de cómo habían ambientado el lugar. La magia del cine. Fantástico!
El viaje iba tocando a su fin, pero aún tuvimos tiempo -la mañana misma en que volvíamos- de pasar a ver las cruces celtas del recinto de Monasterboice. Al ir a primera hora de la mañana nos ahorramos compartir el espacio con los turistas de autobús, y gozamos de una luz limpia -tregua otra vez- para ver en la más absoluta soledad la espectacular cruz de Muiredach y la West Cross, una de las más grandes del país.
Ahora sí. Punto y final a las visitas y autopista M1 en dirección al aeropuerto de Dublín, devolver el coche -que bien se portó nuestro pequeño Puffy- y a facturar maletas. Aún nos quedó tiempo para tomarnos nuestras últimas pintas en la terraza del aeropuerto, haciendo balance de la semana que habíamos pasado por tierras irlandesas y asegurando que nos había gustado tanto que volveríamos ... y de hecho, volvimos, aunque eso ya será otro post.
Posts relacionados
Viajes: Irlanda (I): Dublín.
Viajes: Irlanda (II). El suroeste.
Carrick-a-Rede rope bridge. Condado de Antrim, Irlanda del Norte. Nikon D300s - Sigma 70-300 f4-5,6 DL Macro f6,3 - 1/400" - ISO 400 |
Si, seguro que estáis hartos de ver esta foto, de hecho sólo tenéis que ir a la parte superior del blog y la veréis siempre, y también hay por ahí una entrada explicando los pormenores del cómo la hice. Pues este es el puente en cuestión, puente que se tambalea a 25 metros sobre el océano y que yo, gracias a mi ya conocido miedo a las alturas, me quedé mirando desde un extremo y esperando a que mi hermano volviera del mencionado islote y me confirmara que allí no había nada que ver, pero que pasar por el puente era de lo más emocionante.
Una visión más subjetiva del puente de cuerda de Carrick. Condado de Antrim, Irlanda del Norte. Panasonic Lumix DMC-LX3 f2,8 - 1/200" - ISO 80 |
Se acercaba la hora de comer, y decidimos dejar para la tarde la que sería la visita estrella del día (y uno de los hitos del viaje), la Calzada del Gigante. Así, mientras esperábamos a que el sol bajara, nos dedicamos a explorar el encantador pueblecito de Bushmills y su tradicional destilería de whisky. Si, también hay whisky en Irlanda, y -según ellos- mejor que el escocés. Aquí el licor pasa por una triple destilación, con lo que el whisky resulta mucho más fino que el schotch, cosa que pudimos comprobar en la cata que nos ofrecieron al final de la visita.
Old Bushmills Distillery. Bushmills, condado de Antrim, Irlanda del Norte. Nikon D300s - Sigma 18-50 mm f2,8 DX EC Macro f9 - 1/80" - ISO 200 |
Ahora si. Con el cielo limpio y el alma llena del "elixir de los dioses" pusimos rumbo a la gran rareza geológica de Irlanda del Norte, la Calzada del Gigante, para pasar la tarde explorando las más de 40.000 curiosas columnas hexagonales de basalto que forman esta maravilla natural.
Giant's Causeway. Condado de Antrim, Irlanda del Norte. Nikon D300s - Sigma 18-50 mm f2,8 DX EC Macro f14 - 1/2" - ISO 100 Trípode, filtro DN8 y cable disparador. |
Cuenta la leyenda que fue el gigante irlandés Finn Mc Cool quien construyó un camino que unía Irlanda y Escocia con grandes piedras, para ir a enfrentarse con otro gigante que habitaba allí. Posteriormente destruyó la calzada en su huida, dejando solamente estos restos. La verdad es que esta formación rocosa tan peculiar es el resultado de un enfriamiento rápido de lava volcánica que tuvo lugar -año arriba, año abajo- hará unos 60 millones de años.
Giant's Causeway. Condado de Antrim, Irlanda del Norte. Nikon D300s - Sigma 18-50 mm f2,8 DX EC Macro f5,6 - 1/160" - ISO 200 |
La gente de aquí cree que entre los cilindros de basalto se esconde verdadera magia, lo que es cierto es que el lugar es místico a la vez que espectacular. Nos hartamos de saltar entre los diedros, algunos más altos, algunos más bajos, y fuimos hasta donde se juntan con el océano y desaparecen bajo sus olas. Sin duda había valido la pena cruzar toda la isla para poder estar allí justo cuando el día tocaba a su fin, llenándolo todo de sombras que acentuaban los volúmenes de las curiosas rocas.
Anochecer en Port Ballintrae. Condado de Antrim, Irlanda del Norte. Panasonic Lumix DMC-LX3 f5,6 - 2" - ISO 200 Trípode y temporizador |
Al final el día había sido magnífico, comentábamos cenando en un restaurante de Port Ballintrae que nos había recomendado la propietaria del B&B en el cual nos alojábamos. Aunque los dos estábamos de acuerdo en que Irlanda del Norte nos estaba gustando menos que el alegre sur de la isla, también los dos coincidíamos en que esa jornada era para recordar. Nos quedaban aún un par de días antes de volver a casa y mañana por la mañana dejábamos Antrim para bajar hacia el sur y visitar Belfast, la capital.
Ayuntamiento de Belfast. Irlanda del Norte. Panasonic Lumix DMC-LX3 f2,8 - 1/400" - ISO 80 |
Al planificar nuestro viaje por Irlanda -y el Ulster- habríamos podido tranquilamente pasar de largo de su capital, Belfast. No es que no nos gustara, pero indudablemente no tiene el encanto de Dublin. Además, nosotros somos más de campo, de ver paisajes, de perdernos por zonas rurales, patear por espacios naturales y nos va más el ritmo de los pequeños pueblos que de las grandes ciudades. Aún así, había una cosa que queríamos ver en Belfast: El recién inaugurado Titanic Belfast y el Thompson dock, el dique seco donde se construyó el mítico barco de la White Star Line, y aún más si tenemos en cuenta que en 2012 se cumplía el centenario del naufragio más famoso de la historia. Pues todo empezó aquí. Si, el Titanic se construyó en los astilleros Harland & Wolf de Belfast.
Titanic Belfast, el museo dedicado al Titanic. Belfast, Irlanda del Norte. Panasonic Lumix DMC-LX3 f4 - 1/640" - ISO 80 |
Belfast, la capital del Ulster (o Irlanda del Norte) ha tenido siempre una potente industria naval. Situada en la desembocadura del Lagan, es en la parte oeste del río donde se concentran los astilleros que antaño dieron fama a la ciudad como productora de grandes barcos: el Titanic Quarter. Largamente abandonada, el ayuntamiento trazó un plan para recuperar la zona y abrirla tanto a locales como a foráneos, aprovechando el tirón del barco más famoso jamás fabricado en la ciudad (y me atrevo a decir en el mundo entero). Para eso, han construido un edificio titánico, de cuatro proas y con la altura real que tenía el Titanic que alberga una completísima exposición interactiva sobre el buque. Se puede adquirir la entrada solamente para el museo o combinarlo con la visita al dique Thompson, el que en su día fuera el dique seco más grande del mundo. que está unas manzanas más al norte y que fue el lugar donde se construyó el famoso transatlántico.
Thompson dock. Montaje con dos fotos y ciento un años de diferencia. Belfast, Irlanda del Norte. dcha: Panasonic Lumix DMC-LX3 f2,8 - 1/320" - ISO 80 |
Como mitómanos del Titanic, disfrutamos enormemente de la mañana, aunque quizás me quedo con la visita al dique. Por lo auténtico, por lo accesible, porque bajamos y lo recorrimos entero, porque pudimos tocar las traviesas de antigua madera donde en su día se asentó el Titanic y ver restos de herramientas y remaches usados realmente en su construcción... no sé, me encantó la experiencia.
Dedicamos la tarde a visitar el centro de la ciudad y los barrios de Falls Road y Shankill Road, respectivos bastiones nacionalistas y unionistas de la ciudad, plagados -como en Derry- de murales alusivos a sus ideas políticas. Fue una especie de "paseo por el polvorín" que fue (y sigue siendo) Belfast.
Murales unionistas (izq.) y nacionalistas (dcha.) en los respectivos barrios de Belfast, Irlanda del Norte. |
Creo que entre Derry y Belfast habíamos quedado lo suficientemente empapados de historia reciente del conflicto norirlandés. Mientras dejábamos todo esto atrás, de vuelta a la República de Irlanda, mi hermano me preguntó... oye, y nosotros con quién vamos? Con el gigante Mc Cool, le respondí yo. Estos del Ulster la tienen liada parda aquí arriba, como para apoyar a unos o a otros... tira tira para el sur, que son más pacíficos... Y así volvimos a cruzar la frontera.
El último día del viaje lo dedicamos a seguir la ribera del río Boyne y nos llegamos hasta Trim, famoso por su impresionante fortaleza normanda del s.XII.
Trim Castle. Condado de Meath, República de Irlanda. Nikon D300s - Sigma 18-50 mm f2,8 DX EC Macro f10 - 1/100" - ISO 200 |
La climatología había decidido que se había terminado la tregua, así que nos volvió a atizar de lo lindo, cosa que no impidió que disfrutáramos de la visita del que fue uno de los escenarios del rodaje de una de mis películas favoritas, "Braveheart". Mientras reponíamos fuerzas y entrábamos en calor en el bar del castillo -por cierto, que sopa más magnífica- la dueña nos estuvo contando anécdotas del rodaje, e incluso pudimos ver fotos de cómo habían ambientado el lugar. La magia del cine. Fantástico!
El viaje iba tocando a su fin, pero aún tuvimos tiempo -la mañana misma en que volvíamos- de pasar a ver las cruces celtas del recinto de Monasterboice. Al ir a primera hora de la mañana nos ahorramos compartir el espacio con los turistas de autobús, y gozamos de una luz limpia -tregua otra vez- para ver en la más absoluta soledad la espectacular cruz de Muiredach y la West Cross, una de las más grandes del país.
West Cross, Monasterboice. Condado de Louth, República de Irlanda. Nikon D300s - Sigma 18-50 mm f2,8 DX EC Macro f5,6 - 1/80" - ISO 200 |
Ahora sí. Punto y final a las visitas y autopista M1 en dirección al aeropuerto de Dublín, devolver el coche -que bien se portó nuestro pequeño Puffy- y a facturar maletas. Aún nos quedó tiempo para tomarnos nuestras últimas pintas en la terraza del aeropuerto, haciendo balance de la semana que habíamos pasado por tierras irlandesas y asegurando que nos había gustado tanto que volveríamos ... y de hecho, volvimos, aunque eso ya será otro post.
Posts relacionados
Viajes: Irlanda (I): Dublín.
Viajes: Irlanda (II). El suroeste.