"La aventura, la gran aventura, es contemplar cómo aparece una cosa desconocida cada día delante de tus ojos".

-Henry Cartier-Bresson-

5 may 2018

GR175: A pie por la Ruta del Cister

A veces para alejarte de todo no hace falta ir muy lejos. Quizá solamente necesitemos mirar lo cotidiano con otros ojos, descubrir lo que puede ofrecernos nuestro territorio, o atrevernos a recorrerlo de otra manera. Éste es el caso de esta historia: un viaje de cuatro días al pasado, de cuando las cosas eran mucho más simples, pero ni mucho menos más fáciles.



Muy cerca de donde yo vivo existen 3 maravillosos monasterios de la Orden del Cister: Santes Creus,  Vallbona de les Monges i Poblet. Si lo miramos en un mapa veremos que están situados formando un triángulo y las distancias entre uno y otro son relativamente asequibles para enlazarlos en una o máximo dos jornadas de caminata.



En 1988 las comarcas de l'Alt Camp, l'Urgell i la Conca de Barberà crearon la marca "Ruta del Cister" para promocionarse turísticamente a partir de la visita a los monasterios, pero no fue hasta finales de los 90 que se señalizó todo la ruta para poder realizarla a pie, en bici o a caballo. Decir que para los ciclistas y jinetes existen algunas variantes en los puntos más exigentes o difíciles.


El resultado de este esfuerzo fue el GR175 (sendero de gran recorrido), que une los tres emplazamientos a través de 105 km. de pistas, caminos y senderos perfectamente marcados y aptos para todos, si bien su recorrido atraviesa algunas sierras y caminos de montaña.



Parte de mi familia es originaria de la zona, concretamente de un pequeño pueblo situado en medio del "triángulo cistercense" y hacía años que la idea de hacer la ruta entre los tres monasterios se me pasaba por la cabeza. Este año, me tomé unos cuantos días en primavera y, por fin, cumplí mi propósito!

Antes de empezar

Me puse a buscar información en internet y la mejor página que encontré fue la propia de La Ruta del Cister, aunque debo decir que quizá haya un exceso de información, con lo que toca navegar y buscar en sus menús hasta dar con la información que necesitemos. Aún así, la página es muy completa y desde ella podemos organizar la ruta sin problemas.

También me hice con una guía vamos a llamarla tradicional, en formato papel, de Cossetània edicions, que recomiendo sin dudarlo ya que en ella consta la descripción del itinerario en los dos sentidos de marcha, con tiempos, km, referencias y altimetrías. También lleva un mapa.

Un día me acerqué a la oficina de turismo de Montblanc y por 1€ compré el carnet 6T, una suerte de credencial para ir sellando y registrando mi paso por los monasterios y los puntos intermedios. Al final de la ruta, y con el 6T sellado y cumplimentado, podemos pedir un diploma que acreditará que hemos completado la ruta.

Mapa de la Ruta del Cister.

Al ser un recorrido circular, se puede empezar desde cualquier punto y realizar el camino en el sentido que uno quiera. Por lo que me dijeron mientras hacía la ruta, recorrerla en sentido horario es menos dura que realizarla en sentido anti-horario (el que hice yo, vamos...si lo llego a saber antes...) En fin... también podemos dividir el recorrido en las etapas que necesitemos y, al igual que el Camino de Santiago, tampoco es necesario hacerlo todo de una tacada.

Una consideración más... si seguís leyendo veréis que no he completado del todo la ruta circular. Empecé en Montblanc y terminé en Poblet, con lo que aún me quedarían unos 10 km para terminar en el punto de origen. Aún así, estos 10 u 11 km. entre Montblanc i Poblet los he realizado varias veces, tanto a pie como a caballo, y tanto por la montaña como por el llano, así que vamos a decir que esta parte ya la tenía convalidada...

Montblanc - Santes Creus

Después de pensarlo un poco, decidí empezar mi ruta en Montblanc. La capital de la Conca de Barberà, es una población que ya por sí sola merece una visita puesto que cuenta con uno de los conjuntos medievales mejor conservados del país: murallas, puertas, callejuelas, palacios, iglesias y un fabuloso puente románico.

Murallas de Montblanc.
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Así pues, empaqué lo imprescindible en mi mochila y el martes de buena mañana estaba recorriendo las callejuelas empedradas de Montblanc en busca del GR175. El plan del día era muy sencillo... poner un pie delante del otro, en dirección al primero de los tres monasterios que conforman la ruta: Santes Creus. Unos 25 km, una sierra que atravesar y tres poblaciones de camino, donde avituallarme de agua y comida.

Ermita de Santa Anna de Montornès, muy cerca de Prenafeta.
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Hasta Prenafeta el camino discurre por anchas y fáciles pistas forestales, que van ganando altura muy progresivamente hasta las primeras estribaciones de la Serra de Miramar. Ahí todo cambia... desde el pequeño núcleo de Prenafeta sale un sendero que asciende casi en vertical hasta las inmediaciones de su antiguo castillo, y de ahí al Collado de Prenafeta, donde se vuelve a convertir en camino y baja en dirección a l'Alt Camp.

Un alto en el camino. Mirador sobre el Alt Camp.
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Empezando la bajada encontré una fantástico mirador sobre toda la comarca de l'Alt Camp. Estupendo lugar donde parar unos minutos y reponer fuerzas de la ardua subida, mientras veo sobre el terreno el resto de la ruta que me queda. Descenso fuerte hasta Figuerola del Camp, bajada mucho más suave hasta el Pla de Santa Maria y de ahí 8 km. totalmente llanos hasta Santes Creus.

Llegando al Pla de Santa Maria
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Al llegar al Pla de Santa Maria, me detuve otro rato a devorar el bocadillo que llevaba preparado desde casa y aproveché para avituallarme de agua. Quedaba el tramo más monótono de toda la ruta, eso sí, salpicado en su parte final de barracas y otras construcciones de piedra seca que los artesanos de la zona han querido recuperar como museo al aire libre de este antiguo método constructivo rural.

Cossiol del Soleta, el Pla de Santa Maria.
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Entre ellas, me gustó especialmente el Cossiol del Soleta, réplica de una antigua cisterna para guardar y aprovechar el agua de lluvia, tan escasa en estas comarcas. Quedaban aún unos 3,5km hasta Santes Creus, y el sol estaba apretando de lo lindo. Reemprendí la marcha y al cabo de un rato me encontré contemplando el pueblo y el monasterio de Santes Creus desde lo alto de una loma. Una bajada más y habría completado la primera etapa.

Santes Creus, Aiguamúrcia. Alt Camp.
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Al llegar a Santes Creus, fuí directa al albergue Pere el Gran, donde me alojaría esa noche. Dejé ahí la mochila, me pegué una buena ducha y ya estaba lista para visitar el primer conjunto monástico y estrenar mi carnet 6T estampando el primer sello de la ruta! El Reial Monestir de Santa Maria de Santes Creus es una de las joyas del arte medieval catalán y el único de los tres monasterios de la Ruta del Cister que actualmente no está habitado. Fue fundado en el año 1150 en Valldaura (Vallès Occidental) pero posteriormente la comunidad monástica decidió trasladarlo a l'Espluga d'Ancosa, donde tampoco prosperó. Finalmente, sobre 1168, la comunidad se trasladó al emplazamiento actual, este idílico paraje a escasos metros del río Gaià.

Plaza de Sant Bernat, con la fuente del abad y la fachada de la iglesia al fondo.
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f7 - 1/800" - ISO 80

Como uno de los propósitos de la ruta era visitar tanto Santes Creus como Vallbona i Poblet, compré una entrada conjunta. Se puede adquirir en cualquiera de los tres monasterios y tiene un precio de 12€, con lo que nos ahorramos algo de dinero que comprando las tres entradas de forma separada. Tiene una validez de un año a partir de la primera visita.

Detalle del Claustro. Santes Creus.
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f4,5 - 1/1000" - ISO 80

La visita se realiza a tu aire, sin guía, pero la entrada incluye una audioguía, una especie de telefonillo que puede ser engorroso a ratos, pero que te va contando la historia y explicando cosas interesantes sobre el terreno. Así, sin prisas, pasé por los dos claustros, el templete, las cocinas, el refectorio, el palacio del abad, las estancias originales y la iglesia.

Templete en el claustro principal de Santes Creus
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f2,8 - 1/250" - ISO 80

Dejé para el final lo que, para muchos, es la joya de la corona de Santes Creus: los sepulcros reales. En efecto, la iglesia de este monasterio alberga en el crucero un par de bellísimas tumbas de dos de los reyes-condes de la dinastía catalano-aragonesa: Pedro III el Grande y su hijo Jaime II el Justo, éste último acompañado por su segunda esposa, Blanca d'Anjou


Izq. tumba de Pedro III el Grande. Dcha. tumba de Jaime II el Justo
Reial Monestir de Santa Maria de Santes Creus
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f2 - 1/50" - ISO 400

Ambos sepulcros son de factura preciosa, similares pero distintos. Pedro III (II de Catalunya y I de Valencia) reposa dentro de una bañera romana de pórfiro rojo mientras que el de su hijo Jaime II es de mármol blanco. Al lado mismo de donde yace Pedro III podemos ver la sencilla tumba de su almirante más fiel, Roger de Llúria, que manifestó el deseo de ser enterrado al lado de su rey.

La luz de la tarde cae sobre el claustro, delante de la sala capitular.
Reial Monestir de Santa Maria de Santes Creus
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f7 - 1/320" - ISO 100

Con la visita a Santes Creus terminaba mi primer día de ruta. El resto de la tarde la dediqué a descansar de cara a la jornada del día siguiente, que se presumía agotadora... como así fue. Cené y dormí como una marmota. A la mañana siguiente, estaba lista para continuar mi periplo por los antiguos dominios del Cister.


Santes Creus - Vallbona de les Monges

Ya antes de partir, había decidido dividir este tramo (45 km.) en dos etapas. El segundo día cubriría 29 km. hasta la pequeña población de Forès y me dejaría para la tercera jornada los últimos 16 km. hasta Vallbona, para poder llegar con suficiente antelación y comer con tranquilidad, descansar un poco y, ya por la tarde, visitar con calma el cenobio.

Creo que siempre, el peor día de una ruta de varias jornadas, es el segundo. Ya arrastras el cansancio de la primera etapa y aún no has tenido tiempo de coger el ritmo. Pues bien, eran poco más de las 07.30 y ya estaba preparada para salir, aunque las sensaciones que me arrojaba mi cuerpo no eran, ni mucho menos, para tirar cohetes.

Aún así, me puse en marcha y cubrí la primera parte de la etapa sin contratiempos. Los primeros 5 km. llanean hasta el Pont d'Armentera y sirvieron para tonificar los doloridos músculos y calentar para lo que se me venia encima. A partir del Pont d'Armentera y hasta llegar a la siguiente población del camino, Montbrió de la Marca, hay 16 km. sin ningún tipo de servicio, ni tan solo una mísera fuente. Debía atravesar la sierra del Comaverd por los collados de Sàrria y Maldà y subir al techo de la Ruta del Cister, el Cogulló de Cabra (879m.)

Primeras estribaciones de la Serra del Comaverd
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f4- 1/640" - ISO 80

Poco a poco el camino se convierte en una subida sostenida, pasa por al lado de la urbanización Mas del Plata y luego sigue por empinadas y pedregosas pistas forestales, mientras le va ganando metros al terreno. Realmente, y salvo algún tramo llano o incluso en bajada (que me cabrea aún más -no me gusta perder cota cuando ya la he ganado-) todo es subida hasta la cima del Cogulló. Destacar que en su última parte, casi desde el collado de Sàrria hasta la cima, se transita cresteando en agotadora subida por senderos que te dejan al pie de un tramo donde hay que grimpar para llegar hasta arriba. Nada complicado, pero entre los kilómetros que ya llevaba subiendo, el peso de la mochila y el intenso calor nada propio de finales de Abril, me estaba quedando sin fuerzas.

Cima del Cogulló de Cabra. 879m. Punto más alto de toda la ruta.
Iphone 5S

He de decir que fue el tramo que más me costó, pero al llegar arriba las vistas eran magníficas! Nunca hubiera pensado que esta ruta fuera tan dura. Recuperé fuerzas con algo de fruta que me quedaba de la jornada anterior y retomé el camino. Aún me quedaban unos 7 km. hasta el pequeño pueblo de Montbrió de la Marca. Al llegar, asalté la fuente y si no me bañé entera fue porque no cabía. 3 km. más de subidas y bajadas me dejaron en Rocafort de Queralt, donde me tomé un merecido descanso mientras comía en el acogedor Bar-Restaurante Mircla. Por la tarde, ya sin tanto calor, continué hasta Forès, donde me esperaba el excelente refugio de la población. Segundo sello en mi carnet y, de regalo, unas vistas espectaculares de toda la Conca de Barberà.

Vistas desde el mirador de Forès, Conca de Barberà.
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f2,8- 1/250" - ISO 80

Antes de ir a prepararme la cena -esa noche tocó cocinar- me entretuve un poco paseando por las callejuelas de este encantador pueblo, donde la calma lo invade todo y aún se dejan las puertas abiertas. La iglesia del pueblo, románica, está dedicada a San Miguel, y en ella destaca la Porta de les Dones (puerta de las mujeres) rematada con arquivoltas, capiteles y una decoración en el tímpano, actualmente muy erosionada.

Puerta de las Mujeres, iglesia de San Miguel. Forès.
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f2,5- 1/125" - ISO 80

Otra noche que dormí como un bebé. Supongo que el cansancio del día fue el culpable. A la mañana siguiente, estaba con ganas de marcha. El recorrido de ese día no era, ni mucho menos, tan duro como el del día anterior, y salvo una subida justo a la salida del pueblo, todo lo demás era llano o en bajada. Tenía "sólo" 16 km. hasta Vallbona de les Monges, y un pueblo entre medio: Belltall. Hasta allí, se transita primero por un sendero y luego por una pista forestal jalonada por enormes aerogeneradores (molinos). De hecho, esta pista se construyó para instalar el parque eólico de Les Forques. Después del calor sufrido el día anterior, era muy reconfortante caminar abrigada con mi cortavientos mientras disfrutaba de las estupendas vistas que me brindaba el camino!

Conca de Barberà, vista des del parque eólico de les Forques.
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f2,8 1/200" - ISO 80

Sin más llegué a Belltall, a caballo entre la Conca de Barberà i l'Urgell (esto es, límitrofe entre Tarragona y Lleida) y paré un rato a tomar un café y una estupenda coca de vidre típica de la población. Allí pregunté por el mejor camino para llegar a Vallbona de les Monges.

Llegando a Belltall, Conca de Barberà.
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f4- 1/500" - ISO 80

Y es que, el "camino oficial" de la actual Ruta del Císter desciende hasta Rocallaura para luego volver a subir hasta el Turó de l'Isidre y ya de allí a Vallbona. En cambio, la ruta original no pasaba por Rocallaura, sino que iba directa (y de manera mucho más llana) hasta Vallbona de les Monges. El camarero del Hostal Feliuet me informó de que la antigua ruta era algo más directa, y que aún estaba marcada, así que harta de subir y bajar me decanté por la ruta directa.

Antigua casita rural. Al fondo, Rocallaura. Urgell.
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f4- 1/500" - ISO 80

Estaba ya en la comarca de l'Urgell, transitando por amables pistas forestales entre verdes campos de cebada. En efecto, el camino directo que parte al lado de la vieja báscula de Belltall estaba todo marcado y no me supuso ningún problema dar siempre con la dirección correcta en cada cruce de caminos. Sólo una vez no ví un palo caído y me despisté unos minutos, confundida por las marcas de otra ruta de la zona, la que recorre la L2, la última línea defensiva de Catalunya durante la guerra civil española. Pero gracias a eso pude ver un antiguo puesto de artillería, hoy medio escondido entre la maleza del bosque.

Antiguo puesto de artillería de la L2.  Rocallaura, Urgell.
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f2,8- 1/125" - ISO 80

Una vez subsanado el error (vuelta atrás unos 300 metros y girar en dirección norte en lugar de seguir recto) volví al camino bueno. Sólo me quedaba atravesar la zona más triste de todo el camino, el bosque quemado por el incendio forestal de hace un par de años, y ya ir descendiendo hacia Vallbona de les Monges desde el collado de l'Olla. Finalmente, al fondo del valle del Maldanell,  apareció el pueblo y el monasterio de Vallbona de les Monges.

Vallbona de les Monges, Urgell.
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f6,3- 1/1000" - ISO 80

Lo primero que hice al llegar fue localizar el sitio donde pasaría la noche. A día de hoy (primavera de 2018) sólo hay dos opciones para pernoctar en Vallbona de les Monges: el refugio de San Bernat o la hospedería monástica, ambos llevados por la comunidad de monjas que habitan el monasterio. Entre ellas, escogí la más cómoda: pensión completa y una habitación doble en la hospedería, ya que ese día una amiga mía se unía a lo que quedaba de ruta, con lo que gané en risas y compañía. Además, durante las comidas disfrutaríamos de la compañía del otro huésped que estaba alojado allí, un historiador que llevaba unas semanas inmerso en los archivos del monasterio. Desde aquí, agradecer una vez más las atenciones que la comunidad monástica tuvo con nosotras, en especial el buen humor  y los estupendos guisos de la hermana Sara.

Antiguos tarros de la farmacia del monasterio. Santa Maria de Vallbona de les Monges
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f2,3- 1/25" - ISO 800

Por la tarde visitamos el monasterio, donde aproveché para estampar un nuevo sello en mi credencial. Ya tenía tres! Se empieza por un interesante audiovisual en lo que fue el antiguo dormitorio de las monjas, y luego se pasa a la exposición de la antigua farmacia del convento. A partir de ahí, la visita es guiada y en un reducido grupo recorrimos el claustro, la sala capitular y la iglesia, donde pudimos ver la sencilla tumba de la reina Violante de Hungría, segunda esposa del conocido Jaime I el Conquistador, así como la de su hija, la princesa Sancha.

Sepulcro de la reina Violant d'Hongria. Santa Maria de Vallbona de les Monges.
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f2- 1/15" - ISO 400

Desde el claustro (y también desde muchas partes del pueblo y del valle) podemos admirar el fabuloso cimborrio gótico octogonal. Éste tiene la particularidad que se sostiene solamente sobre dos de las paredes de la iglesia, lo que lo convierte (en palabras de Josep Puig i Cadafalch) en la obra más atrevida de la arquitectura medieval catalana. Como curiosidad, fue erigido por orden de la abadesa Elisenda de Copons, que según parece sería hermana del abad de Poblet en esa época, Ponç de Copons, también artífice de su característico cimborrio. Así pues, una competencia entre hermanos nos habría dejado dos de las mejores joyas de la arquitectura medieval en nuestro país. Para que luego digan que la historia es aburrida...!

Claustro y cimborio. Santa Maria de Vallbona de les Monges.
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f5,6- 1/1000" - ISO 80

Mientras hacíamos la visita guiada entablamos amistad con nuestra guía, y nos comentó que cada tarde tiene lugar un curioso fenómeno por el cual la luz del sol penetra por los rosetones del claustro e incide en el interior del pasillo, dando lugar a un interesante juego de luces y sombras. El único problema es que eso sucedería en más o menos una hora, cuando ya no estaríamos allí. De todas formas, nos dijo que si queríamos hacer fotos nos esperáramos fuera y nos vendría a buscar para poder verlo. Así lo hicimos, y gracias a la gentileza de la guía pudimos tomar bonitas fotos.

Luces y sombras en el claustro. Santa Maria de Vallbona de les Monges.
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f5,6- 1/250" - ISO 100 

Dedicamos el resto de la tarde a dar un paseo por el pueblo, descansar y ponernos al día. El día tocaba ya a su fin, y solamente me (nos) quedaba una etapa para completar la Ruta del Cister.


Vallbona de les Monges - Poblet

Después de un descanso reparador y de un desayuno que la hermana Sara tuvo la bondad de dejarnos preparado antes de lo habitual, estábamos listas para recorrer los 25 km. que nos separaban del último monasterio cistercense de la ruta, el monumental cenobio de Poblet.

Así de bonito lucía Vallbona de les Monges a nuestra partida.
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f4- 1/500" - ISO 125

El camino de ese día no tenía apenas dificultad, solamente una fuerte subida al principio, para dejar atrás el valle y luego unos kilómetros de suave ascenso sostenido por buenas pistas forestales hasta Montblanquet. Ahí sellé mi carnet 6T y rellenamos las cantimploras, ya que hasta llegar a l'Espluga de Francolí (15km.) no volveríamos a encontrar agua. El camino seguía subiendo paulatinamente hasta el Santuario del Tallat, situado en la sierra del mismo nombre y que hace de límite natural entre las comarcas del Urgell i la Conca de Barberà. Allí aprovechamos para tomarnos un pequeño descanso, ya que las últimas rampas nos habían dejado sin aliento.

Santuario del Tallat, en la sierra del mismo nombre.
Iphone 5S

Desde este estupendo mirador, en días claros se pueden llegar a ver los Pirineos, y por el otro lado toda la Conca de Barberà hasta las montañas de Prades. Ese no fue el caso, mucha calima en dirección norte y nubes bajas hacia el sur nos privaron de las vistas, aunque el lugar destila mucha calma y tranquilidad.

Reemprendimos la marcha descendiendo por un sendero hasta encontrar otra vez la pista principal, que nos llevó hasta el Cap del Coll, esto es el punto en que la ruta cruza la carretera Blancafort - Montblanquet. Una vez ahí un sendero descendía franco hacia el valle, mientras el día se iba abriendo y prometía otra vez muchísimo calor.

Cap del Coll y sendero en dirección a l'Espluga de Francolí. Serra del Tallat.
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f4- 1/1000" - ISO 80

La bajada no tiene ningún problema, toda está perfectamente señalizada. El único sitio un poco más complicado fue un tramo del sendero con más desnivel y en el que el agua había dejado profundos surcos, pero negociamos el paso sin demasiados problemas. Una vez dejamos la bajada fuerte, el camino llanea tranquilamente por pistas pedregosas entre campos de cereal y viña, mientras nosotras íbamos acortando la distancia que nos separaba de Poblet.

GR175 ya en el llano, cerca de l'Espluga de Francolí
Panasonic Lumix DMC-LX3
f4- 1/800" - ISO 80

El último tramo sí que se hace un poco más aburrido. Hay un momento que el GR175 cruza la carretera TV-2336 que une Blancafort i l'Espluga, da un rodeo hasta encontrar la autopista AP-2 y sigue paralelo a ella durante unos centenares de metros. Los últimos kilómentros si que ya son por asfalto, hasta llegar a l'Espluga de Francolí. (Por cierto, mucho cuidado al cruzar la N-240!! Hay un paso por debajo de ella dando un ligero rodeo) Allí decidimos parar a comer, no sin antes refrescarnos de lo lindo en las fuentes que hay a la entrada, la Font Baixa.

Paisajes de postal. Esto es el GR175 en primavera
Panasonic Lumix DMC-LX3
f4- 1/800" - ISO 80

Después de haber saciado nuestra hambre (y sobretodo nuestra sed!!) en la Fonda l'Ocell Francolí, nos pusimos nuevamente en marcha para cubrir los 3 km. escasos que quedaban hasta el monasterio de Poblet. Salimos de l'Espluga por la carretera de Les Masies, y a unos metros enlazamos con un camino que nos dejó en la carretera de acceso a Poblet. Aunque el calor apretaba de lo lindo, en poco más de 40 minutos estábamos delante de la primera puerta de acceso al recinto, la Porta de Prades.

Reial Monestir de Santa Maria de Poblet.
Nikon D800 - Sigma 70-200mm. f2,8 APO EX DG OS
f5,6 - 1/50" - ISO 200

Después de pasarnos por la tienda del monasterio -donde me pusieron el correspondiente sello en mi carnet 6T- y dejar las mochilas en unas taquillas, ya estábamos listas para visitar el monasterio. Fundado en 1150 por Ramon Berenguer IV,  Poblet constituye acutalmente el mayor conjunto monástico habitado en toda Europa. Desde el reinado de Pedro IV el Ceremonioso fue panteón real de los soberanos de la Corona de Aragón. En 1921 fue declarado Monumento Nacional, y en 1991 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Claustro del monasterio de Poblet.
Nikon D300S - Cosina 19-35mm. f3,5
f4,5 - 1/100" - ISO 200

Empezamos la visita por el claustro. De factura gótica, fue ordenado por Jaume II para sustituir uno anterior románico. Como es habitual en la Orden del Cister, los motivos vegetales abundan en la decoración de los capiteles. Alrededor de éstos 4 pasillos se desarrolla gran parte de la vida monástica, prueba de ello vimos la antigua cocina, el refectorio o la sala capitular, y en medio del claustro, un templete hexagonal que hacía las funciones de lavatorio.

Columnas y capiteles en el claustro. Monasterio de Poblet.
Nikon D300S - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f13 - 1/80" - ISO 100

Pero el plato fuerte de la visita volvía a estar, como en los dos anteriores monasterios, en el crucero de la iglesia. Accedimos a ella por una puerta lateral y de pronto, sobre dos arcos escarzanos, nos encontramos con las tumbas reales de la Corona de Aragón.

En el arco que queda más próximo a la entrada descansan los restos de Jaime I el Conquistador, Pedro IV el Ceremonioso, enterrado éste junto con sus tres esposas (María de Navarra, Leonor de Portugal y Leonor de Sicilia) y Fernando I de Antequera con su esposa Leonor de Alburquerque. En el otro arco yacen Alfonso II el Casto, Juan I el Cazador con sus dos esposas (Marta de Armagnac y Violante de Bar) y Juan II el Grande, con su segunda mujer, Juana Enríquez. Las tumbas estan coronadas por efigies de alabastro blanco, donde, a los pies de ellos vemos leones simbolizando bravura y a los de ellas perros, que simbolizan fidelidad.

Tumbas reales del monasterio de Poblet. En la imagen las de Jaime I, Pedro IV y Fernando de Antequera.
Nikon D300 - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f3,5 - 1/30" - ISO 1600

Fuera de los arcos, en tumbas separadas, también están enterrados los reyes Alfonso V el Magnánimo  (al pie del primer arco) y Martín I el Humano (en la pared sur). Precisamente, la muerte de este último sin descendencia legítima provocó un grave problema sucesorio, solventado en el Compromiso de Caspe con la elección de una nueva dinastía reinante, los Trastámara.

El el espacio adyacente a las tumbas reales, también podemos ver algunas sepulturas de infantes reales, que murieron sin haber alcanzado la mayoría de edad. Muy destacable también es el magnífico retablo renacentista en alabastro, obra del maestro Damià Forment.

Coro, crucero y retablo de alabastro de la iglesia de Santa María de Poblet.
Nikon D800 - Sigma 18-50 f2,8 EX DC Macro
f6,3 - 3" - ISO 400

De ahí la visita sigue hacia el primer piso, donde vimos la mayor estancia del recinto, el antiguo dormitorio de los monjes. Una pequeña puerta da acceso al sobreclaustro, por el que paseamos contemplando los tres campanarios en tres estilos distintos: el primer campanario románico, el octogonal cimborrio gótico del crucero y la linterna que corona la nueva sacristía barroca.

Monasterio de Poblet, vista desde el sobreclaustro.
Panasonic Lumix DMC-LX3
f2,8- 1/320" - ISO 80

Ya era media tarde cuando fuimos a por nuestras mochilas. El tiempo había cambiado y unas gotas de lluvia anunciaban que una tormenta primaveral se nos echaba encima. Al menos nos había respetado la jornada, y en mi caso los cuatro días de ruta. Pero aún me faltaba un sello, y ese era el de Montblanc. Cuando empecé la caminata, la oficina de gestión de la Ruta del Cister (situada en un precioso palacio gótico del s.XIV) estaba cerrada, y me dije que iría a buscar ese sello a posteriori. Un día de esta semana me pasé por ahí y me pusieron el sello, me dieron la enhorabuena por haber terminado la ruta y me gestionaron el diploma, que recibiré en unos días, vía correo electrónico.

Carnet 6T completado

Ahora sí, otro deseo cumplido, otra espinita que me saco y otro destino tachado de mi lista de "pendientes". A decir verdad, la he disfrutado y también la he sufrido a partes iguales. Espero que os haya gustado el relato y las fotos y, por mi parte, tocará planear la siguiente.